MÉXICO, 15 de febrero (PL).—
La perversa relación que con frecuencia suele establecerse en
México entre los poderes económico, político y judicial, fue
denunciada hoy en esta capital por el periódico La Jornada.
La acusación está contenida en un
editorial referido al escándalo destapado por la publicación ayer,
en el propio matutino, de una nota en la que se demuestra el
envilecimiento del ejercicio de gobierno y la procuración de
justicia en el estado de Puebla.
Allí, subraya el diario, un
empresario inescrupuloso, Kamel Nacif, el "rey de la
mezclilla", en componenda con el gobernador Mario Marín y
otros personajes más, tramó una intriga para encarcelar a la
periodista Lydia Cacho, quien lo menciona en un libro sobre una red
de pederastas.
Resulta verdaderamente triste que un
gobernador use su poder para favorecer a un amigo, y más aún si
con ese favor pretendía dañar a una profesional intachable cuya
única falta fue denunciar la impunidad de las redes de
prostitución infantil, subraya.
El dramatismo de este caso,
puntualiza, debería servir para que la sociedad en su conjunto,
perjudicada por esas relaciones perversas, exija el fin de los
vínculos ilegítimos entre los poderes económico, político y
judicial.
Los textos de las grabaciones
telefónicas entre Marín, Nacif y otros funcionarios
gubernamentales difundidos ayer por La Jornada provocaron una
inmediata reacción entre partidos políticos y legisladores, que
exigieron la renuncia del gobernador poblano.
Sin embargo, este último rehusó
comentar el hecho y se limitó a afirmar que no lee "chismes,
porque tengo cosas más importantes que hacer".
Las revelaciones del diario sobre la
conjura contra Cacho parecieron confirmar, además, la percepción
de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos
Humanos en México, que expresó su preocupación "por los
reiterados ataques contra periodistas" que han ocurrido en los
últimos meses en el país.
Según el representante de Naciones
Unidas, Amerigo Incalcaterra, de noviembre último a la fecha se
documentaron 12 atentados contra trabajadores de medios de
comunicación, de los cuales dos fueron asesinatos, cuatro
agresiones y seis amenazas.