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Papeles de una nueva edad dorada
Las ediciones territoriales, gracias a las facilidades de impresión fomentadas a lo largo del país como parte de uno de los más hermosos programas de la Revolución en el campo cultural, diversifican y multiplican el rostro de la literatura cubana
PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu
 La
holguinera Kenia Hidalgo sentiría una enorme frustración si sus
versos laureados con el Premio Adelaida Mármol todavía durmieran el
sueño de la ineditez.
Lourdes González, al frente de Ediciones Holguín.
José Alberto Lezcano era
desde hacía mucho tiempo una autoridad en la crítica
cinematográfica. Pero fuera de Pinar del Río muy pocos podían
tomarle el peso al calibre de esa pasión de no haber sido por la
publicación de La magia en el laberinto, un impresionante
recorrido por las mejores películas de todos los tiempos.
Los jóvenes lectores se identifican con las propuestas de las ediciones territoriales.
Cuánto habrían perdido
los pineros de uno de los rasgos más singulares de su propia
identidad, si la larga faena de Nancy Oropesa Barceló para registrar
los testimonios de la colonia japonesa de lo que es hoy la Isla de la
Juventud hubiera quedado sepultada en el olvido.
Este es solamente el caso
de tres de los 2 131 autores que hasta diciembre pasado, a lo largo de
poco más de cinco años, se han beneficiado de las ediciones
territoriales diseminadas a lo largo del país.
Producción editorial de la provincia Granma.
Todos se han involucrado
en una de las más formidables y hermosas aventuras emprendidas al
calor de la justa Batalla de Ideas: el Programa de Ediciones
Territoriales.
Pueden identificarse dos
momentos germinales. En septiembre de 1999, antes de que el país se
levantara como una ola para reclamar la devolución del niño
secuestrado por la mafia anticubana del sur de la Florida, Fidel
participó en una reunión nacional de directores municipales de
Cultura que sesionaba en el teatro de EXPOCUBA.
Allí, en animado
diálogo, se interesó por una experiencia del municipio holguinero de
Báguanos, donde, en muy precarias condiciones pero con enorme
voluntad de hacer, se habían cosechado logros en la difusión del
talento literario local a partir de pequeñas ediciones artesanales.
El Comandante en Jefe
reflexionó entonces en torno a lo que podría aportar a la cultura y
a la promoción de las tradiciones e historia de las comunidades el
desarrollo de sistemas editoriales en los territorios.
Los asistentes al
encuentro deben recordar cómo se lamentó de cuántos talentos se
estarían perdiendo por no contar con posibilidades de dar a conocer
su obra, así fuera en modestas tiradas.
Ese día aseguró: "Estamos
en condiciones de librar una guerra de todo el pueblo por la cultura".
Un segundo momento
sobrevino después, cuando un torbellino de ideas revolucionarias
comenzó a desatarse en medio de la sostenida lucha por poner fin a la
infamia del niño plagiado en Estados Unidos.
Había terminado la Feria
Internacional del Libro de La Habana 2000 y Fidel se reunió con los
organizadores, editores y un nutrido grupo de escritores en el Palacio
de Convenciones.
Entonces, precisó la
inversión que haría posible, en breve plazo, la multiplicación de
la capacidad editorial en los municipios, a partir de computadoras e
imprentas propias. "Lo importante —dijo— es que el escrito quede,
el pueblo lo vea y el autor se estimule".
Pronto llegaron a las
catorce provincias y al municipio especial Isla de la Juventud
computadoras, guillotinas, presilladoras e insumos para el trabajo
editorial. Y las máquinas de impresión Risograph. El nombre
abreviado de estos últimos equipos definió lo que ya todos conocen
como la revolución de la Riso.
CALIDAD, PRINCIPIO
IRRENUNCIABLE
Desde las perspectivas de
las realizaciones ya conseguidas, quizá el mayor desafío se sitúe
en el dominio de las artes del libro. Al respecto, Fernando León
Jacomino, vicepresidente del Instituto Cubano del Libró comentó para
Granma: "Aspectos como la calidad editorial son objeto de
discusión. Unas provincias han avanzado más que otras en cuanto al
diseño y presentación de los materiales. Pero si uno ve las primeras
ediciones y las compara con las de tiempos recientes, estará de
acuerdo en que desde cualquier lugar de Cuba se puede realizar una
publicación digna y hermosa.
"También
debatimos —añadió Jacomino— el volumen de las tiradas, la
promoción, circulación, y los consiguientes niveles de satisfacción
de los autores, la presencia de estos títulos en las bibliotecas. La
supuesta búsqueda a ultranza de una sospechosa representatividad
territorial, entre otros, deviene, en ocasiones, tema de conversación
en los eventos o reuniones de autores celebrados en todo el país. Sin
embargo, muchas veces se atribuyen a la instancia superior decisiones
que solo toman los consejos editoriales y comités de lectores,
compuestos en gran medida por los más importantes escritores e
intelectuales de su ámbito. La cantidad de títulos que cada
editorial se propone publicar al año no responde a cifras directivas,
cuotas centralizadas ni a condicionamientos que no sean la calidad de
cada propuesta y su previa concertación con el movimiento autoral del
territorio, lo cual no excluye, por supuesto, la incesante búsqueda
de nuevos autores independientemente del lugar donde residan,
motivación inicial y principal objetivo del proyecto.
"Tampoco
existen reglas que impidan la reedición de un título de calidad y
amplia demanda, ni leyes que establezcan que todos los títulos tengan
que producirse en tiradas de 500 ejemplares. De hecho, el promedio de
ejemplares por título en el 2005 rondó los 700, lo que significa que
al menos un 30% de lo producido tuvo tiradas de entre 500 y 1 000
ejemplares. Plantearnos el problema de manera sistémica, teniendo en
cuenta la peculiaridad de que estos proyectos, a diferencia de las
editoriales nacionales, concentran los procesos editorial y
poligráfico en un mismo y reducido equipo de trabajo."
Para la escritora Lourdes
González, al frente de Ediciones Holguín, estos años han
representado "jornadas retadoras pero que bien valen la pena". En su
caso le satisface haber contribuido a dinamizar la vida literaria
holguinera, una de las más florecientes del país.
EN EL ESPEJO DE LA
FERIA
Las páginas de esta nueva
edad dorada estarán presentes, como se ha hecho habitual desde su
primer año de existencia, en la Feria Internacional del Libro.
En las estanterías de La
Cabaña se podrá admirar y adquirir títulos de las editoras
territoriales y dialogar con una representación de sus autores.
Pero de manera especial
ese contacto se hará mucho más cercano cuando la Feria se
multiplique por otras ciudades. Los lectores de cada provincia van
sintiendo cada vez más suyos los hitos de sus escritores, y lo
manifiestan en esos encuentros.
A la revolución de la
Riso hay que atribuirle el indudable crecimiento de los perfiles de la
literatura nacional. La poetisa santiaguera Teresa Melo lo ha dicho
con precisión: "Siendo cierto que el cuerpo de una literatura lo
forma lo que vemos impreso en blanco y negro, cuánto más se ha hecho
visible ese cuerpo, ahora que también radiografiamos sus venas y
arterias escondidas".
MÁS DE 500 AUTORES POR
PRIMERA VEZ
En poco más de cinco
años se han publicado 2 085 000 ejemplares de 2 444 títulos, de los
más de 2 000 autores, incluyendo los que se han insertado en
antologías.
No solo la poesía y la
narrativa han tenido espacio en las colecciones territoriales, sino
también los textos para niños y jóvenes, monografías y estudios
históricos, ensayos artísticos y literarios, relatos testimoniales y
crónicas de costumbres.
Pero quizá lo más
revelador esté en el hecho de que más de 500 autores han irrumpido
por primera vez en el panorama literario nacional. Esto hubiera sido
imposible con la anterior concepción y el funcionamiento del sistema
editorial centralizado.
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