WASHINGTON, 17 de enero (PL).—
Organizaciones defensoras de los derechos civiles en Estados Unidos
emplazaron hoy ante la Justicia al programa de espionaje doméstico
del presidente George W. Bush, con la intención de ponerle fin.
Las querellas fueron presentadas por
la Unión Norteamericana por las Libertades Civiles (ACLU, por su
sigla en inglés) y el Centro para los Derechos Constitucionales
(CCR), ambas dirigidas a suprimir de inmediato las actividades de
monitoreo al margen de la ley.
ACLU acusó ante una corte de
distrito en Michigan a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), en
nombre de periodistas, abogados, académicos y miembros de
organizaciones no lucrativas con comunicaciones telefónicas y por
e-mails con ciudadanos en Medio Oriente.
El recurso interpuesto por ACLU, que
también emplaza al director de la NSA, teniente general Keith
Alexander, exige que sea calificado de ilegal el programa de
espionaje autorizado por Bush.
Simultáneamente, el CCR presentó su
denuncia en una corte federal de distrito en Manhattan, Nueva York,
como tributo al asesinado líder de los derechos civiles Martin
Luther King, cuya fecha de nacimiento fue conmemorada este lunes.
"Nos entristece que la
vigilancia ilegal que una vez tuvo como objetivo a este gran
estadounidense se haya vuelto característica del actual
gobierno", dijo el director legal del CCR, Bill Goodman, en
alusión al espionaje telefónico de que fue objeto Luther King en
los años 60.
La actividad ilegal se parapeta
detrás de la seguridad nacional cuando en realidad es un intento de
la Administración Bush de ejercer un poder ilimitado sin la
interferencia de otros poderes, afirmó Goodman.
Este martes el diario The New York
Times destacó que la mayoría de las actividades de espionaje
conducidas por el gobierno contra los ciudadanos, luego de los
atentados del 11 de septiembre de 2001, fueron aplicadas a personas
inocentes.
Precisó que esas acciones resultaron
"improductivas" y condujeron a la policía federal a
callejones sin salida o a estadounidenses inocentes.
Funcionarios citados por el rotativo
aseguran que las llamadas telefónicas y los mensajes electrónicos
interceptados generaron un volumen de información que abruma al
Buró Federal de Investigaciones (FBI).
The New York Times menciona, incluso,
al director del FBI, Robert Mueller, quien cuestionó la legalidad
del programa de escuchas sin orden judicial pero no fue tomado en
consideración por las máximas instancias del gobierno.
El escándalo de espionaje lo desató
en días recientes el mismo periódico, al revelar que la NSA
supervisó las comunicaciones personales de miles de ciudadanos en
este país.
Para ello no contó con orden
judicial alguna, pero si con el visto bueno de una directiva emitida
por Bush en 2002.
Una ley nacional de vigilancia de
1978 establece que los servicios de inteligencia deben solicitar
permiso a una corte, antes de monitorear comunicaciones de civiles
estadounidenses en territorio norteamericano.