Raíces en Santiago
ORLANDO GUEVARA NÚÑEZ
La familia Maceo-Grajales es todo un
símbolo de patriotismo para los cubanos. A Marcos y a Mariana los
conocemos por haber entregado sus hijos a la lucha por la libertad
de la Patria. El propio Marcos murió en el campo de batalla,
mientras que ella se incorporó a la manigua y fue un ejemplo no
solo para nuestras mujeres, sino también para los combatientes de
ayer y de hoy.
En Santiago de Cuba, el Centro de
Estudios Antonio Maceo viene realizando una minuciosa investigación
sobre esta familia, la cual llega hasta nuestros días, es decir,
hasta los actuales descendientes que viven en esta ciudad.
En su trabajo titulado Herederos de
una estirpe gloriosa , la licenciada Laura Rodríguez Ortiz, actual
especialista del Museo Casa Natal de Antonio Maceo, aborda algunos
de los resultados obtenidos en esa investigación.
Como se conoce, muchos de los hijos
de Marcos y Mariana murieron muy jóvenes, sin dejar descendencia.
Se ha podido precisar que sólo cuatro de ellos tuvieron herederos
que a su vez procrearon: María Baldomera, José, Dominga y Tomás.
En el caso de Antonio, no existen pruebas documentales de hijos con
su esposa María Cabrales.
De María Baldomera, se conoce de su
matrimonio con Magín Rizo Nescolardes, en el año 1864 y que de esa
unión nacieron seis vástagos: Pedro, Rosa, Ana, Lucila, Miguel y
Luis. Las investigaciones han conducido a que en estos momentos,
unos 25 descendientes de esa pareja estén identificados y
residiendo en Santiago de Cuba.
El paciente trabajo de búsqueda,
según explica Laura, llega a la conclusión de que José Marcelino
—el León de Oriente— tuvo cinco uniones matrimoniales y de
cuatro de ellas nacieron hijos: Elizardo, con Patrocinia Rizo
Nescolarde; José de la Concepción, con Elena González Núñez ;
Pilar y Alberto, con Teresa Pérez Nicot ; y José, con Agripina
Barroso Lazo. Es de este bravo mambí el mayor número de
descendientes actuales, aunque no todos viven en esta provincia.
Dominga Maceo Grajales concibió seis
hijos en su unión con Manuel Romero López. Ellos fueron: Edelmira,
Vicente, Antonio, Julián, Manuel y Marcos. El trabajo investigativo
precisa que en la Ciudad Héroe viven hoy unos 20 descendientes de
esta familia.
Hijos de Tomás, en unión con Emilia
Núñez, se conoce la existencia de Tomás, Francisco, Antonio,
Pedro, Felicita, Rafael, Ramón y Caridad. La mayoría de ellos se
radicaron en Santiago de Cuba, pues se conoce que en 1898, el padre
residió en la vivienda donde nació Antonio Maceo, hoy convertida
en museo.
Inclúyase entre los Maceo-Grajales
que procrearon, a Marcos, casado con Elena Núñez González, aunque
sus cinco hijos murieron pequeños.
En total, más de un centenar de
descendientes de la familia Maceo-Grajales viven hoy en Santiago de
Cuba, a la vez que prosiguen las investigaciones. El Centro de
Estudios Antonio Maceo Grajales, desarrolla la labor no sólo de
localizar a estos descendientes, sino también de propiciar
encuentros entre ellos y profundizar el estudio sobre esta
emblemática familia.
Desde la lucha contra la tiranía de
Gerardo Machado hasta la de Fulgencio Batista, muchos descendientes
de los Maceo-Grajales se sumaron al combate contra ellas. Los casos
más relevantes en el pasado siglo fueron Felicita Maceo Núñez
(Fifí), hija de Tomás Maceo, así como su hermano Pedro.
Residiendo en la casa natal de
Antonio, su hogar fue siempre un baluarte de lucha antimachadista y
antibatistiana, a la vez que abrigo para los militantes comunistas.
Un testimonio de Walfrido La O
Estrada, miembro de la dirección del Partido Comunista en la
provincia de Oriente en 1953, recuerda que el 24 de julio de ese
año, se organizó un homenaje nacional al Secretario General de esa
organización política, Blas Roca, con motivo de cumplir 45 años
de edad. La actividad se había concebido en el Gremio de Panaderos
y consistía en un sencillo almuerzo, con la participación de los
principales dirigentes.
Al conocer sobre este encuentro,
Alberto del Río Chaviano, coronel batistiano al frente de la
guarnición del Cuartel Moncada, negó el permiso para su
celebración. Ante la noticia, Fifí Maceo, con la gallardía que la
caracterizaba, dijo que la actividad se realizaría en su casa,
donde ni Batista ni Chaviano podían mandar, porque allí continuaba
mandando Antonio Maceo. Y allí fue homenajeado el destacado líder
obrero y comunista.
Hoy, de muchas individualidades
podría hablarse, descendientes de los Maceo-Grajales en Santiago de
Cuba. La influencia del ejemplo de esa familia, sin embargo,
trasciende lazos sanguíneos y está impregnada en la conciencia no
solo de los santiagueros, sino de todo el pueblo cubano que asume
para sí la felicidad, al decir de Martí, por venir de león y de
leona.