Rescatado del silencio

Apuntes sobre un joven sordo mudo, protagonista de los nuevos 
programas de la Revolución

Texto y foto: PASTOR BATISTA VALDÉS
nacionales@granma.cip.cu

MENÉNDEZ, Las Tunas.— Madelaine Piñeda Espinosa, coordinadora de la sala de televisión construida en Santa María 7, se preguntó una vez más por qué Reydel Armas Garrido (Pipo) no asistía como los demás jóvenes a las actividades organizadas allí con los vecinos, a jugar dominó o sencillamente a ver la programación.

Reydel dirige un Círculo de Interés 
con niños de la comunidad.

Un breve diálogo con Marlenis, mamá del muchacho, aclararía sus dudas: "A él le da pena ir; tú sabes que es sordomudo y como casi nadie lo entiende prefiere quedarse en la casa...".

Madelaine sintió que se le encogía el pecho, pero no la voluntad. "Lo primero es lograr que me comprenda —se dijo—; lo demás, vendrá luego.

"Entonces lo invité a jugar dominó, tratando de hacerme entender en un lenguaje de señas que nunca conocí. Su reacción fue de alegría. Vino y jugó durante un buen rato. Me sorprendí al ver que sabía hacerlo."

A partir de ese día, la presencia de Pipo en la pequeña sala se convirtió en algo cotidiano, no solo en atardeceres y noches, para ver la Mesa Redonda, el noticiero u otro programa, sino también en los horarios del día.

DE ALFABETIZADO A ALFABETIZADOR

"Una vez, mientras yo anotaba las actividades del mes, Pipo me tocó suavemente el brazo. Por sus movimientos y por la expresión de su cara, me di cuenta de que me pedía que lo ayudara a escribir."

Madelaine no perdió ni un minuto.

"Sin embargo, la satisfacción que siento yo es doble —afirma Madelaine— porque a medida que pasó el tiempo me di cuenta de que no solamente Pipo aprendía a escribir, a leer e incluso a pronunciar muchas palabras que jamás había podido articular: también yo era alfabetizada por él en el lenguaje de las señas."

Pero tal vez lo que más reconforta a Madelaine, a Neysi López (directora de la sala) y a quienes viven allí, a 25 kilómetros del poblado de Chaparra, entre macizos cañeros, sea la útil manera en que Pipo se ha insertado en el acontecer de los niños y la permanente comunicación que hoy fluye entre ellos.

"Aprovechando la pericia manual de Reydel con el yarey —relata Madelaine—, le propusimos formar un Círculo con niños de la escuela Ramón López Peña. Había que ver la felicidad reflejada en su rostro.

"Sin ser de la plantilla —resume Madelaine—, se ha convertido en un trabajador más de la sala. Cuando sale o va al pueblo con su mamá, nos parece que algo falta o no anda bien aquí."

Igual sensación suele embargarlo a él. La muestran sus manos, sus gestos y un grupo de palabras que articula en la siguiente confesión:

"Desde que vengo aquí mi vida ha cambiado: aprendí a escribir y a leer, enseño a los niños a hacer cosas con el yarey. Estoy contento. Esta sala es como mi casa."

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Especiales |

SubirSubir