Aniversario 20 del primer trasplante de cardíaco en Cuba

De todo corazón

HÉCTOR ARTURO
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A Héctor Despaigne Guillén jamás le preguntaron sus creencias religiosas, ni el presupuesto familiar, ni sus opiniones políticas. En su Historia Clínica sencillamente anotaron que era un jovencito de raza negra, casi un niño de apenas 14 años de edad, natural y residente en la oriental provincia de Las Tunas.

Profesor Noel González pionero de los trasplantes de corazón en Cuba.

Algo similar ocurrió a los pocos meses con Maximiliano Velázquez Montesinos, de quien se escribió que era y es trabajador portuario en la terminal de El Mariel, en la provincia de La Habana. Ninguno de los médicos supo hasta mucho después, debido a su sencillez y modestia, que el popular "Malanga" es Héroe Nacional del Trabajo.

De Oscar Azúa Casal supieron que era teniente coronel de las FAR por sus compañeros de Unidad, pues casi no podía hablar cuando ingresó aquella mañana.

Y de Alejandro Menéndez Alfonso se conoció su origen campesino, de los legendarios potreros camagüeyanos de Jimaguayú cuando su familia ofreció dichos datos.

Exactamente lo mismo había ocurrido desde la primera ocasión, cuando Jorge Hernández Ocaña, de 38 años de edad, tabaquero, fue internado en la sala de Terapia Intensiva del Hospital Docente Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, aquejado de una grave dolencia cardiovascular que amenazaba su vida.

En la madrugada del 9 de diciembre de 1985, el profesor Noel González Jiménez recibió una llamada telefónica urgente, en la cual le informaban que acababa de aparecer el corazón con características compatibles para ser trasplantado a Jorgito.

Aquel acto quirúrgico se convirtió en acontecimiento para la Historia de Cuba, pues se trataba del primer trasplante de corazón en una nación del Tercer Mundo, por demás bloqueada rigurosamente por Estados Unidos, la mayor potencia del planeta.

Veintidós días después, Jorgito Hernández Ocaña festejaba la llegada del Año Nuevo rodeado de familiares, médicos, enfermeras, sicólogos y otros integrantes del equipo multidisciplinario que intervino en todo el proceso.

Pasadas dos décadas, el doctor Noel o el Profe, como lo llaman los compañeros del equipo y sus pacientes, a los que él considera como hijos, afirma que el promedio de sobrevivencia de los cubanos que han recibido trasplantes de corazón oscila entre uno y 14 años, aunque Despaigne y Maximiliano cumplirán 20 de trasplantados en el venidero 2006, Azúa arribará a los 17 y Alfonso a los 13.

Ninguno de estos 120 compatriotas ha tenido que pagar un solo centavo por el tratamiento recibido a lo largo de este tiempo, a pesar de que en el mundo occidental se calcula el costo de un trasplante de corazón en aproximadamente medio millón de dólares, solo por concepto de hospitalización, análisis y otras pruebas preoperatorias, acto quirúrgico y recuperación posoperatoria.

A lo anterior hay que sumar los elevados precios de medicamentos tales como antibióticos de última generación y las imprescindibles drogas antirrechazo para evitar complicaciones en los pacientes trasplantados, quienes además, tienen que someterse a chequeos usualmente trimestrales, para garantizar su óptimo estado físico y síquico, todo lo cual jamás les ha faltado y reciben también de forma absolutamente gratuita.

El Estado cubano asume todos estos costos, gracias a que 26 años antes de la realización del primer trasplante de corazón, la Revolución triunfaba para que verdaderamente, como en ningún otro sitio del planeta, la salud fuera un derecho del pueblo.

Con pesar, el profesor Noel González indica que en 1994 y 1995 quizás hayan fallecido algunos compatriotas que pudieran haber sido salvados. Pero las dificultades impuestas por el Periodo Especial, que coincidió con el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, obligó a detener este tipo de operaciones, culpa que caerá eternamente sobre las conciencias de los gobernantes de Washington.

Profesor Consultante desde el año 2002 en el Hospital Hermanos Ameijeiras, el doctor Noel González se graduó en 1954, y con orgullo expresa que fue uno de los 3 000 médicos cubanos que se quedaron para echar rodilla en tierra con esta obra humanitaria que es la Revolución.

Nacido en el poblado villaclareño de Santo Domingo, siempre pensó estudiar Ingeniería. Pero la casualidad quiso que cuando ascendía la escalinata universitaria, su amigo y compañero de siempre, Pepín Naranjo, lo convenciera de matricular juntos la Medicina.

En 1957 se especializó en Cirugía Cardiovascular en la Universidad de Minneapolis, donde estableció relaciones con otros eminentes profesionales, entre ellos el cirujano sudafricano Christian Barnard, quien realizó el primer trasplante de corazón en el mundo.

Poco después de la victoria de Enero de 1959, el compañero José Ramón Machado Ventura, entonces ministro de Salud Pública, le encomendó la misión de organizar los servicios de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, tarea que simultaneó con su designación como director del Hospital Manuel Fajardo, en 1961.

Un lustro después efectuó los primeros implantes de marcapasos en Cuba, que ya se adquirían a través de terceros países debido al bloqueo yanki.

Personalmente, el profesor Noel González realizó los seis primeros trasplantes de corazón, y a partir de ahí decidió confiar en sus compañeros más jóvenes, con el objetivo de garantizar la formación de nuevas generaciones de profesionales cubanos altamente calificados. Pero ha estado presente en más del 50% de todos los trasplantes en Cuba y en muchos de varios países de Europa, América Latina, el Caribe y Oriente Medio.

De los trasplantes de corazón hay historias bonitas para contar, donde sobresale el gesto noble y altruista de cientos de miles de cubanos que han manifestado la voluntariedad de donar sus órganos vitales en caso de fallecimiento. Incluso, muchos de los familiares de estas personas, en los instantes de sufrir la pérdida del ser querido, generalmente a causa de accidentes, exigen la realización de estas extracciones para así salvar otras vidas.

Pero como expresa agradecido Oscar Azúa, quien preside el Club de Trasplantados de Corazón, tanto él como Despaigne, Maximiliano, Alonso y todos los demás, se pondrían las manos sobre el pecho y le dirían a todo el personal médico: "Los queremos y queremos a nuestra Revolución por todo lo que hacen por nosotros y por este pueblo heroico, de todo corazón".

 

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