Truman Capote y las traiciones

ROLANDO PÉREZBETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

A cuarenta años de haber escrito A sangre fría y a veinte de su muerte, la palabra traición vuelve a relacionarse de las maneras más diversas con Truman Capote. Un resurgir propagandístico del que el autor —tan amante del ruido y de las cámaras en torno a él— difícilmente (¿o quizá sí?) se hubiera sentido complacido.

De traiciones se habla en estos días luego de anunciarse que la primera novela surgida de la pluma de Capote y desaparecida por él mismo porque la odiaba, será publicada en Inglaterra. La llamada del verano es el título y según su biógrafo, Gerald Clarke, se trata de una comedia social con menos de doscientas páginas y al estilo de Desayuno en Tiffany's. Pero una novela "sin sustancia y por lo tanto no se publicará nunca", había dicho su autor.

Dada por perdida, la novela escrita en 1944, a los 19 años de edad ("la he quemado", solía contestar cuando le preguntaban) apareció recientemente en un cajón y aquellos que tienen potestad para decidir económicamente por la obra de Truman Capote dieron el visto bueno para llevarla a subasta. A esta publicación que hará la editorial Penguin y que no pocos consideran una deslealtad a la voluntad del finado, se une una película que acaba de estrenarse en Nueva York con tanto éxito que ya no pocos críticos la señalan para ser nominada al Oscar en varios acápites, entre ellos, la excelente caracterización que realiza Philip Seymour, capaz —según los que la han visto— de transmitir la compleja personalidad del escritor.

Capote es un filme de bajo presupuesto dirigido por un casi desconocido y debutante en largometrajes Bennett Miller y que centra su trama en el proceso de creación de ese clásico de la llamada "literatura sin ficción" que es A sangre fría. Aquí el concepto de traición da una vuelta de tuerca y planea sobre la cabeza del escritor para contarnos que si bien Truman concibió una obra maestra, lo hizo mediante abusos éticos relacionados con la supuesta amistad que sostuvo con los dos asesinos de la familia Clutters, en Kansas.

El filme convierte en tesis algo de lo que durante años se ha hablado: Capote pagó abogados para que se alargara el proceso contra los criminales, de manera que estos, agradecidos, se lo contaran todo, y luego retiró esa ayuda para hacer coincidir el ajusticiamiento en la horca con la salida de su libro. Una manipulación de "marketing dramático" que el filme no perdona y que hace evidente mediante imágenes rotundas: Capote veranea de lo lindo en España, mientras los asesinos, Perry Smith y Richard Hickock, le envían cartas desesperadas preguntando qué ha pasado.

Pero Capote, el filme, no es una biografía como sí lo será otra cinta que ahora se termina y cuya exhibición se anuncia para el año entrante con el título de Have you heard?

Traiciones vastas vinculadas con el boom Capote y que han motivado a algunos a desempolvar recuerdos relacionados con el extracto de sus memorias, que el escritor publicara en 1975 en la revista Esquire y donde sacaba a relucir las intimidades más insólitas conectadas con sus amigos famosos de las altas esferas neoyorkinas. (Durante años había sido el cronista de esa sociedad, pero nunca se había lanzado a fondo en su juego de chismes y frivolidades, al contrario, causaba delicias al escribir comentarios como estos, en torno a una estrella del cine que pasaba de moda: "Es la muerte en persona, pero tostada por el sol").

Una acusación de traición que apartó a Capote para siempre de esos círculos del poder y la fama y frente a la cual, aquel que según se dice nunca habló bien de nadie, trató de defenderse con un alegato que es como para quedarse pensando: "Un escritor no tiene por qué andar cuidando a los personajes de los que se alimenta".

 

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