El bicentenario del natalicio del coreógrafo danés
August Bournonville será recordado por el Ballet Nacional de Cuba,
con un programa especial en el teatro La Caridad, de Villa Clara, en
el centro de la Isla.
Las funciones del 23 al 25 de este mes incluirán
algunos de los ballet más representativos dentro de la obra del
célebre autor, entre los que se cuentan Napoli (Ballabile del Primer
Acto) que será interpretado por Verónica Corveas y Javier Torres.
Durante el tributo bailarán también el pas de deux
de Guillermo Tell, Sadaise Arencibia y Miguelángel Blanco, el día
23; en tanto Linett González con Taras Domitro lo harán los días 24
y 25.
La actuación del BNC comprende, además, Festival
de las flores en Genzano, interpretado por Yanela Piñera y Elier
Bourzac, y La Sílfide, que será asumido por Viengsay Valdés y
Víctor Gilí, los días 23 y 25, y Sadaise Arencibia y Miguelángel
Blanco, el 24.
El trabajo de August Bournonville (1805-1879)
permanece como un importante nexo de unión con las tradiciones más
antiguas.
Descendiente artístico del célebre coreógrafo
francés Jean Georges Noverre, Bournonville nació en Copenhague,
Dinamarca, y estudió con el coreógrafo italiano Vincenzo Galeoti en
el Ballet Real Danés de Copenhague, y en París con el aclamado
bailarín francés Auguste Vestris.
Bournonville bailó desde 1820 hasta 1828 con la
famosa bailarina Maria Taglioni y con el Ballet de la Ópera de
París.
Desde 1830 hasta 1877 fue coreógrafo del Ballet
Real Danés para el cual creó más de 50 ballets, los cuales fueron
admirados por su exuberancia, ligereza y belleza.
Entre la nómina de creaciones resaltan Nápoles o
El pescador y su esposa (1842), La kermesse de Brujas (1851), Los
guardias del Rey en Amager (1871) y una revisión de La Sylphide
(1836).
Bournonville se resistió en sus obras a los excesos
de los ballets del romanticismo y fue famoso por su coreografía
igualitaria, que daba la misma importancia a los papeles masculinos y
femeninos en un momento en que el ballet europeo realzaba a la
bailarina.
Muchos de sus contemporáneos exploraron los
extremos de la emoción humana, mientras que Bournonville, gracias a
la utilización en sus coreografías de un espléndido trabajo con el
cuerpo, especialmente con los pies, y una gran fluidez de frases,
reflejó en sus obras una naturaleza humana más equilibrada.