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Naciones Unidas
Retos para una Cumbre
ELSON CONCEPCIÓN
PÉREZ
Con
la triste esperanza de que al menos "las cosas no cambien para peor",
la llamada Cumbre de la ONU para evaluar las Metas del Milenio,
comienza este miércoles sus sesiones en Nueva York, en una cita a
la que se espera una asistencia récord de más de 175 jefes de
Estado o Gobierno.
También Naciones Unidas
quiere esta vez conmemorar su cumpleaños sesenta, en medio del
clima de incertidumbre por sus fracasos en la obtención de los
objetivos para los que fue creada, o al menos por la inercia en la
solución de conflictos, en muchos casos sin que se le consulte
cuando se declaran guerras, se hacen invasiones y ocupaciones a
otros países soberanos.
Pero esta vez, la ONU
quiso "vestirse de largo" y romper el mito de la inoperancia, y para
ello convocó al mundo entero a lo que pareciera ser "una última
oportunidad", la de salvar a la humanidad del hambre, las
enfermedades y las guerras.
No podría ser de otra
forma, cuando se sabe por cifras oficiales —y bastante
conservadoras— que cada hora mueren más de 1 200 niños en el
mundo como consecuencia del hambre.
No podrá hablarse de
avances en la consecución de las Metas del Milenio, en una
actualidad donde el ingreso total de las 500 personas más ricas del
mundo es superior al ingreso de los 416 millones de personas más
pobres.
Un informe reciente del
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), refleja que 2
500 millones de seres humanos —un 40% de la población mundial—
vive en la pobreza extrema, y solo obtiene el 5% del ingreso
mundial, mientras el 10% de los más ricos acapara el 54% de ese
ingreso.
Las Metas del Milenio,
acordadas en el año 2000, fijan como su primer objetivo "erradicar
la pobreza extrema y el hambre", sin embargo, cinco años después
de ese acuerdo, en el Índice de Desarrollo Humano 2005, se recoge
que en unos 18 países pobres, con una población de casi 900
millones de habitantes, se ha retrocedido en lo que respecta a
cumplir con algunos de esos objetivos. Doce de esas naciones son de
África subsahariana, y los otros seis son países que formaban
parte de la desaparecida Unión Soviética.
De igual forma se
percibe que si las tendencias actuales continúan, en el 2015 —año
fijado para lograr las Metas del Milenio—, habrá 827 millones de
personas viviendo en la pobreza extrema.
¿QUIÉN IMPONE EL
FRACASO?
Un documento secreto del
Gobierno de Estados Unidos, filtrado la semana previa a la Cumbre de
la ONU, y divulgado por The Washington Post, señala los objetivos
que persigue la Administración de George W. Bush, en esta cita
mundial.
La agenda del
mandatario, que lleva a la práctica su embajador en la ONU,
consiste en anular del documento casi todos los enfoques que traten
sobre el desarrollo, el medio ambiente y la justicia internacional,
y en su lugar, promover el libre mercado, el control de armas en
otros países, y cancelar la gran agenda contenida en las Metas del
Milenio.
El antecedente más
inmediato en la consecución de tales planes fue la imposición por
Bush —sin aprobación del Senado norteamericano— de John Bolton
como embajador ante Naciones Unidas.
Del trabajo de este
señor ha dicho su jefa, la secretaria de Estado Condoleezza Rice,
que "no está promoviendo su agenda personal, sino la del Gobierno
de Bush". Rice le ha pedido "trabajar y hacer de este un documento
efectivo", declaró el vocero del Departamento de Estado, Sean
McCormack. La prioridad estadounidense es la reforma de la ONU,
reiteró.
El proceso de
negociación del documento que debe presentarse ante los mandatarios
del mundo en la cita de Naciones Unidas, llevaba un tiempo de
consultas de más de seis meses, y su contenido —aunque balanceado—
pretendía alertar sobre el retraso existente en el cumplimiento de
lo acordado en el año 2000, sobre temas de hambre, pobreza,
educación, salud, medio ambiente, y desarrollo.
De pronto, ya a última
hora, como para que no hubiese tiempo de resolver los problemas
antes de la Cumbre, el embajador Bolton se "apareció" con 750
enmiendas, a un documento de 40 hojas, lo que evidencia el interés
marcado del Gobierno de Bush de eliminar el compromiso de asistencia
de los países ricos a las naciones pobres, anular todo lo
relacionado con los efectos del cambio climático contenido en el
Protocolo de Kyoto, tachar del borrador todo lo que implique Metas
del Milenio, eliminar lo referente al Tribunal Penal Internacional,
así como alterar la cláusula que insta a los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad a no emplear el veto contra
medidas para detener el genocidio, crímenes de guerra o limpieza
étnica.
En lugar de estos
contenidos básicos, Estados Unidos propone un enfoque con énfasis
en la lucha contra el terrorismo (bajo la concepción de
Washington), la promoción de los derechos humanos y la democracia
(siguiendo, obviamente, los patrones Made in USA), así como el
mayor control de armas de destrucción masiva en otros países.
También Bush, a través
de Bolton, se opone a que el texto inste a observar una moratoria
sobre pruebas nucleares y a ratificar el Tratado de Prohibición de
Pruebas.
En fin, el objetivo
básico del mandatario norteamericano y su equipo es que el enfoque
de la Declaración sobre las Metas del Milenio se limite a las
reformas unilaterales de la ONU, y a establecer mecanismos para la
promoción de la "democracia" y los derechos humanos, a la manera
estadounidense.
Según el diario The New
York Times, John Bolton desechó de golpe más de 400 cláusulas del
borrador que estaba a punto de ser finalizado para la firma de los
asistentes a la Cumbre, además de otros arreglos, agregados, etc.
En lo relacionado con la
asistencia al desarrollo y otros objetivos ya aprobados en el 2000,
ahora la Administración Bush acude al llamado "consenso de
Monterrey", donde se impuso un enfoque sobre la base de reformas de
libre mercado y compromisos concretos ante las exigencias que se le
hacen a los países pobres como condición para la asistencia o
reducción de la deuda.
El gran reto ahora, en
esta Cumbre para pasar balance a las Metas del Milenio, es constatar
si las Naciones Unidas, a sus 60 años, y cuando se enfrenta no solo
a los desafíos mundiales de siempre —pobreza, enfermedades,
deterioro del medio ambiente, conflictos armados, y otros—, logra
recobrar credibilidad y esperanza, mediante al menos un consenso
donde la mayoría de las naciones del mundo —esas que viven y
mueren en la pobreza— reciban un aliento de vida y no más
frustraciones escondidas bajo la diplomacia hipócrita de un mundo
unipolar. |