Después de una prolongada sequía,
las lluvias de julio y agosto resultaron muy oportunas para la
agricultura en Las Tunas, obligada a sembrar toda el área posible,
a causa de las continuas afectaciones en los niveles de siembra y a
los insuficientes volúmenes de producción, tanto en los cultivos
varios como en la ganadería.
DURANTE
LOS ÚLTIMOS AÑOS EN MUCHAS ZONAS HA HABIDO QUE REALIZAR ASÍ LA
SIEMBRA.
Aprovechando la humedad de esas
precipitaciones, campesinos y agricultores en general lograron
sobrepasar finalmente el plan de siembra fijado para la campaña de
primavera (marzo-agosto) al plantar más de 1 300 caballerías,
equivalentes a unas 17 500 hectáreas.
Ese saldo se torna sumamente
importante para los tuneros, azotados desde hace varios años por
una aguda escasez de lluvias, como resultado de la cual en muchas
zonas ha habido que realizar la siembra con empleo de pipas o
tanques sobre carretas.
De hecho el promedio histórico de
precipitaciones en Las Tunas se ubica entre los más pobres o
adversos del Archipiélago, con apenas unos 1 100 milímetros
al año.
Alternativas como la antes mencionada
(siembra con empleo de recipientes), uso eficiente del agua en los
pocos lugares donde se ha mantenido el riego y utilización de la
tracción animal, han permitido seguir extrayéndole a la tierra
parte de la producción que en creciente demanda necesita la
población.
Por eso, teniendo muy en cuenta las
lluvias que por estos días continúan beneficiando a algunas zonas
de la provincia, los trabajadores del agro prosiguen las labores de
siembra, inmersos ya en la campaña de frío (septiembre-febrero),
suministradora, a la postre, de las mayores cosechas.