Desde Venezuela

Mejor atendido que en mi casa

VENTURA DE JESÚS Y JORGE LUISBAÑOS (foto), enviados especiales

José del Carmen Barrio ya había renunciado a ser el hombre aquel que avanzaba con pasos firmes y seguros. Cada nuevo día le parecía una prueba más de que muy pronto llegaría a quedarse completamente ciego.

José del Carmen (a la izquierda) con el médico cubano Roberto Máximo Martínez.

A pesar de sus deseos de vivir, no se sentía con ánimos de continuar luchando: "Pensé que mi destino era terminar la vida en las tinieblas", recuerda ahora y deja escapar una leve sonrisa triunfal.

Hacía unos 13 años que el viejo José del Carmen apenas salía de su casa, ubicada en la Parroquia Samán de Guere, en Santiago Mariño, estado de Aragua.

"Una mañana decidí ir a consultarme con los médicos cubanos de Barrio Adentro. Había oído decir que ellos me podían ayudar, aunque tenía mis sospechas. No pensé que en realidad me recuperaría de la vista.

"Después de los exámenes me explicaron que debía ir a Cuba para ser operado de cataratas. Fue la primera vez que salí de esta zona en mis 70 años. Cuando iba en el avión me sentí como en el mismo cielo."

¿Fueron días buenos para usted?

"Cuando llegamos nos recibieron con el Himno Nacional. Luego nos trasladaron al lugar donde seríamos atendidos. Todo con mucho amor. Fue divino. Nunca había sentido nada similar. Me atendieron mejor que en mi casa.

"Fui operado de los dos ojos, por lo que tuve que viajar en dos ocasiones a la Isla. Cuando regresé del primer viaje lo hice llorando. Fue muy grande la emoción. Doy gracias a Dios, a Chávez, a Fidel y a todos ustedes. La Misión Milagro me devolvió la vista, y eso no tengo con qué pagarlo. Me moriré agradecido."

Cuenta que fue maravillosa la sensación de poder ver de nuevo. "Estaba como asustado. Ahora puedo identificar los letreros del otro lado de la calle, algo que me era imposible desde hacía mucho tiempo. Solo veía siluetas borrosas".

¿Qué le pareció Cuba?

"Me quedé encariñado con la gente de allá. Los médicos te tratan de un modo muy humano. Cuando hablan contigo parece como si no fueran lo que son. Se establece cierta confianza, amistad...Cada vez que se encuentran contigo te preguntan cómo te sientes.

"Hasta los niños te tratan con respeto. Creo que lo que hacen ustedes no será en vano. Algún día el pueblo cubano tendrá la recompensa por estas acciones tan nobles. Como cristiano que soy, todos los días le pido a Dios que los bendiga."

El viejo José del Carmen es uno de los miles de venezolanos que ha sido beneficiado con la Misión Milagro. Este humilde hombre se sienta ahora todas las tardes en el portal de su casa y disfruta el goce de reencontrarse con lo conocido, y siente una revelación que no puede creer, que incluso se negaba a admitir.

"Llegué a aferrarme a la idea de que moriría ciego, sin el privilegio de ver otra vez a mi familia. Me era imposible creer en el milagro que los médicos cubanos lograron. Recuperar mi vista fue como volver a nacer."

 

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