Miguel Barnet en el programa por el aniversario 40 de Granma

"Yo también soy periodista, pero con matices más melancólicos"

SONIA SÁNCHEZ

Foto: JUVENAL BALÁNSus libros van a caballo entre la literatura y las ciencias antropológicas. Esta es quizás una de las grandes razones del acto de creación de Miguel Barnet Laza, quien, desde su adolescencia, bebió incesantemente de la teoría y la realidad y tuvo la circunstancia especial de nutrirse por seis años de la savia de Don Fernando Ortiz.

Etnólogo, poeta, narrador, innovador de la novela testimonial, el escritor vivo más publicado dentro y fuera de Cuba, advirtió que él también es periodista "pero con matices más melancólicos" durante un intercambio con trabajadores del periódico Granma como parte de las celebraciones del aniversario 40 de nuestra fundación.

El 28 de enero de 1940 nació Barnet en La Habana y por los cincuenta partió por decisión de sus padres a estudiar a Estados Unidos, de donde lo "rescató" más tarde una tía para traerlo de nuevo a Cuba. De este pasaje en su vida le escuchamos decir: "Hay traumas que conducen a soluciones y este me llevó a encontrar el camino de la poesía y la cultura cubanas".

En 1958 se siente atraído por el legado afrocubano a través de su relación con María Teresa Linares y Argeliers León, que lo adentraron en el conocimiento de ese saber, así como las lecturas de Fernando Ortiz y Lydia Cabrera.

A principios de la década de los sesenta, cuando existía "una concepción parcializada, reduccionista, de la cultura cubana", según lo considera, entra como investigador científico al recién constituido Instituto de Antropología y Folclor de la Academia de Ciencias de Cuba, un verdadero taller que sentó las bases de gran parte de su posterior obra, en la que figuran volúmenes como Cimarrón (72 ediciones en el mundo) o Gallego.

Fue amigo entrañable de Lezama Lima, a quien solía poner al tanto de las anécdotas del día por la costumbre de este de mantenerse en casa y su modo de concebir el decursar cuando decía que "todo viaje es el preludio de la muerte"; de Antonio Núñez Jiménez, cuya ayuda fue decisiva en la publicación de Cimarrón; y muy cercano a Alejo Carpentier quien escribiera de este texto que podría ser la continuación de El reino de este mundo.

El Premio Nacional de Literatura (1994), homenajeado en el 2002 al dedicársele la Feria Internacional del Libro de La Habana, cuenta con una prolífera obra a la que se suman La piedra fina y el pavorreal; Isla de güijes; La sagrada familia; Oriki y otros poemas; Carta de noche; Mapa del tiempo; Viendo mi vida pasar; Con pies de gato (poesía); Autógrafos cubanos; La fuente viva (crónica, ensayo); Akeké y la jutía (fábulas cubanas); Canción de Rachel; La vida real y Oficio de ángel (novelas-testimonio). Tiene un libro inédito sobre los vendedores ambulantes y pregoneros en nuestro país y actualmente escribe un título sobre los sistemas de adivinación de la santería cubana y algunas crónicas de sus viajes a África y Asia.

No gusta de la práctica de convertir las figuras en íconos, símbolos. "Hace daño darle tanta solemnidad a algunos personajes, yo prefiero mantenerlos frescos en la memoria". Valora la presente promoción de escritores "porque tiene su propia estética, aunque más iconoclasta, desenfadada que la de mi generación. No obstante estima que "algunos están entre una literatura filosofante y metafísica y otra dura, cercana al realismo sucio". Sobre esta última no siente preocupación —comenta el también presidente de la Fundación Fernando Ortiz, diputado a la Asamblea Nacional y miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO— "pero sí sobre la primera porque los puede separar de la realidad en momentos en que estamos en medio de una Batalla de Ideas y ante la amenaza de un imperio tan salvaje. En esa línea no se van a salvar como artistas".

Doctor en Ciencias Históricas y vicepresidente de la UNEAC, Barnet expresó en este diario su respeto por la prensa cubana, a la que en buena medida debe, dijo, el sitio donde se encuentra. Recordó el legado que aportaron los rotativos Revolución y Hoy junto a sus "brillantes suplementos culturales".

"Les felicito —dijo a los presentes en el diálogo— porque Granma ayudó a hacerme tomar conciencia del proceso revolucionario cubano. Este periódico ha contribuido a sembrar conciencia profunda, ética, de los valores de la Revolución. Ustedes favorecen a orientar la estrategia de la cultura cubana —que implica jerarquización— y de otros sectores de la sociedad".

El oficio no le es ajeno, por supuesto: "no solamente he ejercido el periodismo, lo seguiré ejerciendo, se ve en mis libros que son periodismo antropológico, cultural".

 

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