En La Zorra y El Cuervo

Harold estrena su corona

Pedro de la Hoz

Apenas un mes después de haber conquistado el cetro en la competencia de jóvenes pianistas del afamado Festival Internacional de Jazz de la ciudad suiza de Montreux, Harold López Nussa estrenó su corona entre los suyos, con un concierto en La Zorra y El Cuervo, donde la dirección de una de las casas más establecidas del género en la Isla festejó el triunfo del talentoso músico.

Foto: ARNALDO SANTOSEscuchándole pasar de uno a otro estándar —la mayoría del programa se mantuvo en ese tenor— se puede colegir por qué entre tantos competidores de mérito sobresalió el cubano. Pero también por qué la personalidad musical de Harold cobra sentido entre las más felices emergencias de la práctica jazzística insular, lo cual es, en mi opinión, mucho más importante que un premio.

Harold posee un pensamiento armónico desarrollado y un discurso fluido que sin grandes sobresaltos y ningún artificio nos va descubriendo imágenes sorprendentes de cada variación.

Ese pensamiento se ha entrenado duramente tanto en el espíritu del blues como en el ejercicio de los géneros bailables de la música cubana (Harold ha hecho equipo con Haila Mompié y Teresita García Caturla). De igual modo en el territorio clásico ha demostrado empinadas cualidades, nada menos que mediante el Concierto en Sol Mayor, de Ravel, y uno de los cinco conciertos de Heitor Villa-Lobos. Pero cuando se asume como jazzista no contamina el resultado con dejos de experiencias anteriores. Se sabe ceñir a un guión en el que desarrolla sus parlamentos con precisión y alto vuelo, con alas que lo emparentan a un McCoy Tyner en tiempos de iniciación y, en la facilidad para concretar melodías sólidamente estructuradas, con Jay Rowe.

Todo esto sea dicho bajo la impresión de un concierto en el que se echó de menos un piano de verdad, como el que Harold enfrentará cuando quizá en septiembre haga su concierto en el Amadeo Roldán, a compartir con su compañero de aventura en Montreux, Alfredo Rodríguez.

De todos modos la noche en La Zorra transcurrió divertida y exultante no solo por lo que entregó Harold sino también por haber gozado de la compañía de un joven trompetista que deslumbra por sus enormes cualidades, Carlos Sarduy, un saxofonista que transmite ideas, Regis Molina, y de su padre, Ruy López Nussa, indiscutible maestro en la batería, a los que se sumó el inefable Bobby Carcassés en uno de esos blues que recrea con vocación de demiurgo, Early in the morning.

 

 

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