La actual temporada ciclónica se
ratifica como una de las más activas en mucho tiempo, y ya acumula
varios records en apenas un tercio del período, que se extiende
desde el primero de junio hasta el 30 de noviembre.
Maritza Ballester Pérez,
Investigadora del Centro de Pronósticos del Instituto de
Meteorología, declaró a la AIN que las siete tormentas tropicales
formadas en los dos primeros meses de la etapa constituyen un
acontecimiento inusual.
También destacó como un hecho
inédito la presencia de cinco de estos eventos meteorológicos
originados en el séptimo mes, mientras que el desarrollo de dos
huracanes intensos en julio iguala el récord de ese mes, que data
de 1916.
Señaló que la temporada debe
continuar activa, pues persisten condiciones oceánicas y
atmosféricas favorables para la formación de estos fenómenos, por
el alto contenido de calor de las aguas de la zona tropical del
Atlántico y el Caribe.
La doctora puntualizó que la
circulación anticiclónica imperante en la troposfera superior
propicia la gran actividad.
Durante la temporada —afirmó— se
espera el desarrollo de cuatro organismos en el Caribe y además
pueden transitar por esta área otros provenientes del Atlántico.
Precisó la especialista que el
período más activo de una temporada ciclónica lo conforman los
meses de septiembre, agosto y octubre, en ese orden, y este último
es considerado el de mayor peligro para Cuba; por el número e
intensidad de estos.
Las primeras amenazas que ha traído
esta temporada se nombraron Arlene, Bret, Cindy, Dennis, Emily,
Franklin, Gert y Harvey, los nombres iniciales de una lista de 21
que sigue un orden alfabético.
Dennis y Emily han sido huracanes
mayores; y el resto, tormentas tropicales.
Después vendrán Irene, José,
Katrina, Lee, María, Nate, Ophelia, Philippe, Rita, Stan, Tammy,
Vince y Wilma.
Una vez concluida esa lista, se
iniciará una nueva con el alfabeto griego.
La nómina incluye desde finales de
la década de los años 70 nombres femeninos y masculinos, y no
sólo de mujeres como se hizo hábito a partir de los años 50,
cuando el meteorólogo que la inventó supuestamente equiparaba al
género femenino las características impredecibles de un huracán.
(AIN)