El pueblo cubano reclama justicia

Ataques traicioneros

MARÍA JULIA MAYORAL

Entre los cuerpos raídos por la explosión, la enfermera había recogido un pedazo de carne con dos ojos abiertos, "...como si vivieran y los puse sobre un apósito. Más tarde un niño se acercó a mí tratando de buscar información sobre el padre perdido. Yo lo miré y enseguida comprendí a quién buscaba. `Esos son los ojos de mi padre' —me dijo, confirmándolo.

El sabotaje al buque francés La Coubre en el puerto de La Habana, en marzo de 1960, dejó un saldo de más de 100 muertos y centenares de heridos.

"Era un hombrecito de apenas quince años. Le pedí que no contara esto a los demás familiares y preparé un sarcófago relleno con maderos para que simularan el peso de un cadáver y allí puse esos ojos y fue lo que velaron después."

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"Sobre las diez de la noche se acostaron y a las once y media, cuando todos estaban rendidos de sueño, se acercaron sin ruido de motores dos lanchas y abordaron el `Plataforma 4'. La tripulación se despertó con los gritos de Amado que se decía herido. Le habían pasado tres veces el filo de un cuchillo por la garganta, una herida grande, tenía que tragar grandes buches de sangre para respirar..."

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"Mi hija tenía 19 años y estaba en estado, con ocho meses (...) El mes que le quedaba lo pasó en el hospital. Le subió la presión y se le presentó un parto prematuro. El niño nació con problemas. Es nefrítico, asmático y tiene problemas psíquicos. Estuve a punto de perder a toda mi familia, de quedarme sola en la vida. Había perdido a Roberto, mi hija estaba grave y el nieto en terapia."

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"Yo sabía que mi papá llegaba ese día. El que vino fue Ortiz, se apeó del carro y lo vi llorando, me besó y me dijo: `Cuida mucho a tu mamá que está enferma del corazón (...)', luego mi mamá me dio la noticia, entonces empecé a gritar..."

Expresan su dolor familiares de los jóvenes guardafronteras asesinados el 9 de enero de 1992 por contrarrevolucionarios que intentaron robar una embarcación en la Base Náutica de Tarará, para emigrar ilegalmente hacia EE.UU.

El primer testimonio corresponde a la enfermera Gloria Azoy, quien brindó socorro a las víctimas de la voladura del vapor francés La Coubre el 4 de marzo de 1960, en el puerto de La Habana. El segundo es parte del relato de Pilar Rodríguez Guevara, madre de cuatro pescadores secuestrados. El siguiente contiene recuerdos de Acacia Pérez Vita, viuda del pescador Roberto Torna Mirabal, asesinado el 4 de octubre de 1973 por integrantes de la organización terrorista Frente Nacional de Liberación de Cuba, radicada en Miami. Y el último es el dolor de una niña, cuando conoció la muerte de su padre: el capitán Wilfredo Pérez, el piloto del DC-8 de Cubana de Aviación que los terroristas hicieron estallar en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976, en las proximidades de Barbados.

En el libro Cuba, la historia no contada, de la editorial Capitán San Luis, están esos y otros testimonios que, junto a abundantes pruebas documentales, ayudan a comprender la magnitud del daño moral, psíquico y material sufrido por el pueblo cubano, víctima de incontables ataques traicioneros.

SOLO CONTRA BARCOS Y AVIONES

Entre las armas más utilizadas contra la Revolución en la mayor de las Antillas se halla el secuestro de embarcaciones y aviones, y los sabotajes contra esos medios, lo que incluye el asesinato de pescadores, tripulantes e inocentes pasajeros.

Hasta enero del 2000, cuando el pueblo cubano presentó la demanda legal contra el Gobierno de Estados Unidos por daños económicos, 294 embarcaciones pesqueras de diverso porte y actividad (atuneras, langosteras, camaroneras, de captura de quelonios, peces de escamas, esponjas...) habían sido objeto de agresiones diversas.1

Como se probó ante el tribunal, varios de esos buques y lanchas fueron destruidos o hundidos, otros resultaron seriamente dañados y muchos, secuestrados y llevados a territorio de EE.UU., donde decidieron no devolverlos a Cuba.

La mencionada demanda también señala que, hasta ese momento, 78 naves aéreas cubanas de distintos tipos habían sido dañadas por actos terroristas, intentos de secuestro y secuestros, en múltiples ocasiones con el empleo de la violencia y la pérdida de vidas humanas. De estas aeronaves, algunas fueron destruidas o sufrieron averías de consideración; y no pocas, secuestradas y conducidas a territorio estadounidense, sin que el Gobierno de ese país haya realizado el menor intento por reintegrarlas.2

Pilotos, custodios y otras personas han sido asesinados o heridos en dichos actos; pero como norma las autoridades de EE.UU. tampoco actuaron de conformidad con sus leyes y las legislaciones internacionales vigentes. Los criminales encontraron refugio y protección casi siempre en el Sur de la Florida.

El secuestro de aviones fue ideado y utilizado por la Central de Inteligencia de EE.UU. en su programa de acciones terroristas contra Cuba desde 1959. Ni la CIA ni sus jefes en la Casa Blanca calcularon entonces que su nación sería víctima de aquel engendro devenido posteriormente fenómeno de piratería aérea internacional, al que nuestro país contribuyó a poner freno de manera decidida.

Solo entre 1968 y 1984, 71 aviones fueron secuestrados en EE.UU. y desviados hacia Cuba. A diferencia de la actitud asumida por la gran potencia, las autoridades de la nación caribeña sancionaron y llevaron a prisión a 69 participantes en esos hechos. Además, el Gobierno Revolucionario, después de advertir que actuaría de igual forma ante nuevos casos, devolvió el 18 de septiembre de 1980 a dos secuestradores, con lo cual cortó de raíz el intento de usar al territorio nacional como refugio de tales delincuentes.3

La Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Gobierno de EE.UU., continúa siendo un gran estímulo a la emigración ilegal y al terrorismo. A cuenta de la impunidad y los privilegios que ofrece esa legislación, no pocos antisociales se han arriesgado a robar barcos y aviones, sin importarles atentar contra la vida de numerosas personas.

De no ser por las ejemplarizantes sanciones adoptadas por los órganos judiciales cubanos, nuestra nación estaría viviendo frecuentes episodios de terror y muerte, provocados por esos individuos dispuestos a llegar por cualquier vía a Estados Unidos, cuyo Gobierno nunca admitiría si intentaran viajar por los canales legales, en virtud de los acuerdos migratorios bilaterales, pues se trata muchas veces de ciudadanos con abundantes antecedentes penales.

No puede olvidarse que la serie de secuestros de barcos y aviones en el 2003, trató de usarse para fabricar una imagen de descontrol y falta de gobernabilidad que sirviera de justificación a una agresión militar por parte de EE.UU., pues le hubiera cabido el derecho de defender su seguridad nacional supuestamente amenazada por el éxodo masivo e incontrolado de residentes en nuestro país.

El terrorismo también ha convertido en víctimas a embarcaciones mercantes y pesqueras de otras naciones que comercian con Cuba. La voladura del vapor francés La Coubre, el ataque en aguas internacionales al buque español Sierra de Aránzazu, el 12 de septiembre de 1964, el ametrallamiento en enero de 1990 del barco mercante Herman de bandera panameña arrendado a la flota cubana, y la agresión con ametralladoras el 2 de abril de 1993 al buque Mykonos, de bandera maltesa y tripulación cubano-chipriota, son sucesos ilustrativos dentro de una lista extensa de incidentes.

De acuerdo con la práctica internacional, "los Estados son responsables por los daños y perjuicios ocasionados por su conducta y actos —tanto en el orden legislativo como administrativo y judicial—, la de sus agentes y funcionarios e, incluso por los actos de las personas naturales de cada país, si los órganos correspondientes de dicho Estado omitieran tomar medidas de prevención y supresión, y, en consecuencia, se hallan en el deber de reparar los daños y perjuicios causados, lo que universalmente se califica como responsabilidad civil".4 No en balde el pueblo cubano tiene derecho a acusar al Gobierno de Estados Unidos y a reclamar justicia.

1 Demanda del pueblo cubano contra el Gobierno de Estados Unidos por los daños económicos ocasionados a Cuba. Editora Política, La Habana, 2000, p.58.

2 Documento citado, pp. 63-64.

3 Datos tomados del libro Cuba, la historia no contada. Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2003.

4 Ver lo argumentado al respecto en Demanda del pueblo de Cuba al Gobierno de Estados Unidos por daños humanos. Editora Política, La Habana, 1999, p. 4.

 

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