Estados Unidos y los traficantes de personas
Frente a sus narices
NICANOR LEÓN COTAYO
Una dependencia del
Congreso de Estados Unidos informó recientemente que las
instituciones encargadas allí de enfrentar el contrabando de
personas lo hacen de manera deficiente.
Tal criterio corresponde
a la Oficina de Fiscalización General (GAO), que el pasado 14 de
julio presentó un documento titulado: "Lucha contra el contrabando
de extranjeros".
Recuerda que allí la
lucha contra ese mal recae sobre el Departamento de Seguridad
Interna, que asumió 22 dependencias, tiene 170 000 empleados y un
presupuesto de 180 000 millones de dólares.
Sin embargo, la Oficina
de Fiscalización del Congreso estima que funciona mal la lucha
contra el mencionado trasiego de personas destinado a Estados
Unidos.
Un ejemplo muy evidente
radica en la Florida, donde los contrabandistas se mueven con un
marcado grado de impunidad al transportar y depositar su mercancía
humana, en particular cuando se trata de cubanos.
Los casos al respecto
son tantos que ya podrían conformar libros, pero algunos ejemplos
sirven para ofrecer una apreciación sobre el tema.
Esa realidad fue muy
bien sintetizada por la agencia noticiosa alemana DPA, cuando el
pasado 6 de julio afirmó desde Miami:
"El contrabando de
cubanos se ha hecho habitual en los últimos años. Muy pocos de los
culpables han sido encarcelados. Se calcula que traen cubanos a
Miami en lanchas rápidas por hasta 10 000 dólares per cápita."
Un poco antes, el
primero de julio, la guardia costera norteamericana logró detener a
cuatro traficantes de personas que en lanchas rápidas llevaban a
cubanos que intentaron llegar a Estados Unidos.
El Nuevo Herald comentó
el 7 de junio último que la Florida es lugar preferido de los
contrabandistas de ciudadanos de esa nacionalidad y de otras, así
como que entre seis y ocho de esas bandas son detenidas cada mes, "muchas
de ellas reincidentes".
Un vocero del Servicio
de Naturalización e Inmigración, Iván Ortiz Delgado, dijo en
julio del 2002 al Herald que "no es ningún secreto" que existen "organizaciones
de traficantes dedicadas al contrabando de cubanos a Estados Unidos".
Ortiz Delgado agregó
que utilizaban rutas alternativas, como en el caso de las Islas
Vírgenes, donde quienes llegaban a ese territorio norteamericano lo
hacían bajo protección de la titulada Ley de Ajuste Cubano, que
les proporciona residencia y otros beneficios.
Algo similar ha ocurrido
en Puerto Rico, donde luego de emplear a República Dominicana como
trampolín, los contrabandistas arriban a la Isla de Mona, a unos 80
kilómetros del territorio puertorriqueño, donde también tiene
vigencia la Ley de Ajuste Cubano.
Atraídos por esa
macabra legislación, un número considerable de cubanos ha perdido
la vida en irresponsables travesías marítimas con destino
fundamentalmente a las costas floridanas.
En marzo último fueron
llevados a juicio en Miami algunos de los traficantes de personas
capturados, por lo general reincidentes en la acción, gracias a la
tolerancia de las autoridades, y solo tres de ellos encaraban 57
cargos.
El 17 de junio del 2005
una lancha rápida procedente de Estados Unidos fue sorprendida en
aguas de Cuba y en su huida embistió y dañó gravemente a una
pequeña lancha guardafronteras V-15 que la enfrentó, así como
lanzó al agua a sus tripulantes.
Un detenido en aquel
episodio, Manuel Eugenio Figueredo, pagó a los contrabandistas 10
000 dólares, y narró que después "me metieron en el camarote y a
eso de las 11 de la noche salimos hacia acá sin que nadie nos
detuviera. Facilito, facilito, como se lo cuento".
La agencia española EFE
dio a conocer en septiembre del año pasado que un juez
norteamericano condenó en Miami a un año de prisión a cuatro
personas que, de manera separada, conspiraron para trasladar a
cubanos indocumentados.
Se nombran, por un lado,
Omar Vega y Ramón Pérez Hernández, quienes fueron detenidos
cuando en lanchas rápidas intentaban trasladar a cubanos a tierra
firme, y por otro, Osvaldo Lima y Elmis Ruiz, cuya embarcación fue
localizada al Sur del cayo Maratón.
En Cuba, el Código
Penal establece penas que van de siete años de privación de
libertad hasta cadena perpetua en lo que atañe a distintas
modalidades de delitos relacionados con el tráfico de personas,
tanto desde Cuba como promovido desde el exterior hacia esta.
Sin embargo, un reciente
informe del Departamento norteamericano de Estado, bajo el título
Tráfico de Personas, señala a este país entre los "sujetos a
sanciones", por lo que Washington juzga como insuficiente su
participación en la lucha contra esa actividad.
A la cabeza de esa lista
debe colocarse a Estados Unidos, frente a cuyas propias narices se
practica sostenidamente ese mal debido, en gran medida, a los
compromisos existentes con una minoría de origen cubano que tanto
fango ha lanzado ya sobre su imagen.
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