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En el Acuario Nacional
Primera foca con
"ciudadanía" cubana
Alexis
Rojas Aguilera
Cuba
tiene ya su primera foca ciento por ciento cubana. El pasado 16 de
junio, en la noche, después de nueve minutos de esfuerzos de la
madre, nació la pequeña foquita, todavía sin nombre, ni sexo
identificado. Con ello abrió un nuevo capítulo la historia de los
animales de su especie en el Acuario Nacional.
El 17 de enero de 1974
arribó a esa institución científica y recreativa un ejemplar
hembra capturado accidentalmente por pescadores cerca de Namibia,
África. Ese mamífero se convirtió pronto en uno de los atractivos
principales del lugar, y fue bautizada con el nombre de Silvia. Pero
no se trataba de una foca sino una loba marina (Ayctocephalus
pusillus), con hábitat natural restringido en la costa suroeste de
África (desde Sudáfrica hasta Angola) y el sureste de Australia.
No fue hasta el 29 de
marzo del 2003 que al Acuario Nacional de Cuba (ANC) llegaron las
primeras focas (Marie, la madre, y Drakar, el padre), traídas desde
Portugal, aunque fueron logradas en un acuario de Bélgica. El macho
(Drakar) tiene cinco años y la hembra cuatro, ambos de la especie
Phoca vitulina o foca común.
Motivado por el singular
nacimiento, este reportero contactó con el Acuario Nacional, donde
el doctor Danilo Cruz Martínez, ofreció abundante información
sobre la especie.
Las focas, informó, son
pinnípedos que forman una familia de cinco subespecies (vitulina o
común, concolor, richardii, stejnegeri y mellonae), todas marinas,
menos la última, que vive en agua dulce, en la región de la
península de Ungava, al este de Canadá.
La foca común es la de
más amplia distribución, confinada al hemisferio norte y habita
desde las regiones templadas hasta las cercanas al Polo, en los
océanos Pacífico y Atlántico, con población global estimada en
cerca de medio millón de ejemplares.
Cruz Martínez explicó
que tanto la más pequeña (la richardii), como la mayor de las
focas (la stejnegeri), habitan naturalmente en el océano Pacífico
y tienen entre 160 centímetros de longitud y 87 kilogramos de peso,
hasta 186 centímetros y 170 kilogramos en ejemplares machos. Las
hembras suelen ser más pequeñas, pues las descendencias miden al
menos 65 centímetros y pesan entre 8 y 12 kilogramos.
Estos mamíferos son
capaces de sumergirse medio kilómetro en busca de alimentos, que
consisten básicamente en peces de mediano y pequeño tamaños,
además de calamares, pulpos, camarones y cangrejos.
El apareamiento ocurre
en el agua, tras la competencia entre machos por la hembra en celo.
En bahías con buena protección existen colonias de hasta
1 000 individuos.
En general, indicó,
esta especie prefiere los sitios costeros resguardados de fuertes
vientos y olas, donde puedan defenderse con más eficacia de los
depredadores, con acceso rápido a aguas profundas, y próximos a
fuentes de alimentación.
Paren una vez al año,
después de 10,5 meses de embarazo, en tierra firme o sobre el
hielo, durante la primavera o el verano, y las crías son
amamantadas de cuatro a seis semanas, etapa en la cual las madres
alternan la lactancia con la búsqueda de su propio alimento.
Las focas del Acuario
Nacional viven (y son observadas por los visitantes) en un pequeño
túnel subacuático.
La nueva foquita goza de
buena salud, lacta con menos frecuencia pero más tiempo, aumenta de
peso y tamaño, y la madre comienza a incrementar su alimentación
propia, lo que constituye un buen síntoma.
Mientras pasan los
días, la bebé foca perfecciona el nado y la apnea, enseñados por
la madre. Por esa razón permanece más tiempo en el agua. |