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Andy, el chévere
Omar
Vázquez
 Aunque
Andy Montañez es un excelente bolerista, donde más se crece es en
el soneado. Por demás, irradia un juvenil dinamismo escénico. Sus
42 años en el canto no los aparenta. Valió la pena esperar más de
una hora para disfrutarlo en el escenario del teatro Karl Marx.
Allí nos dejó una
lección de afinación y clave, desde que se unió a Omara para
interpretar Silencio, de Rafael Hernández; después, cuando
se oyeron las notas musicales de El menú, entró en lo suyo,
con el buen respaldo del renovado Los Reyes 73, para recordarnos al
joven que nos visitara por vez primera con Dimensión Latina,
impactándonos con su personal versión de Las perlas de tu boca,
de Eliseo Grenet y otros temas nuestros que han quedado como
clásicos de la discografía sonera.
El concierto de Andy y
sus invitados comenzó emotivamente, con la juvenil Alejandra
Pedroso interpretando Puerto Rico, un bolero, que Andrés
Pedroso escribiera especialmente para esta edición del festival
dedicada a la isla hermana.
A continuación, salvo
Omara y Pedrito Calvo, que acompañados de Papy Oviedo (tres) y
Alfredito (piano), se unieron también en dúo, los restantes
cantantes invitados dilataron en exceso sus presentaciones, a base
de temas que con mayor o menor acierto les escuchamos
cotidianamente. Lo anterior es imputable a quienes concibieron
artísticamente el concierto.
Hasta que al fin vino El
Niño de Trastalleres, como le dice a Andy todo su pueblo, aludiendo
al barrio donde nació y se crió en San Juan. Sigue siendo el
clásico chévere de los tiempos del Gran Combo, que matiza su
presentación con cuentos y alusiones picantes, y que no para
mientes en proclamar lo bien que se siente entre nosotros.
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