Planos Inclinados de Pinares de Mayarí
¿Fin o principio de una maravilla centenaria?
ALEXIS ROJAS AGUILERA
MAYARÍ, Holguín.—Cien
años es edad respetable. En el 2006, coincidiendo con tal
onomástico, dejará de funcionar para los fines actuales una de las
más extraordinarias creaciones de la ingeniería en Cuba, obra de
talla universal, un verdadero tesoro del patrimonio tecnológico
nacional.
Este poderoso cable de acero articula el sistema ferroviario Planos Inclinados, único de montaña en el país.
El nacimiento comenzó
en 1906 y concluyó en 1909, tras un esforzado trabajo de centenares
de hombres anónimos que hicieron de su creación sustento y
horizonte. A ellos nadie los recuerda. Sus nombres no están
inscritos en la placa que registra el acontecimiento; en la que solo
aparecen los jefes del proyecto.
Los
"monos" se encargan de subir y bajar las góndolas mineras.
Unos kilómetros al
Nordeste, justo en las aguas de la Bahía de Nipe, estaba el cayo
Cajimaya. Estaba, digo, porque E. G. Felton, emprendedor hombre de
negocios, lo convirtió en península breve para fijar allí el
emplazamiento de lo que sería planta para la producción de
nódulos de hierro.
Las tarjas recuerdan dos momentos fundamentales de su historia.
Y nació Felton, el
sitio donde hoy se levanta la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez.
Mister Felton
representaba a la compañía estadounidense Betleheem Stell,
interesada en producir cierto acero que llamaron Mayarí, destinado
a la fabricación de cañones. En Europa, por entonces, la caldera
de la que sería Primera Guerra Mundial iba paulatinamente
incrementando presión.
De paso, la inversión
tenía el atractivo de ser ventajosa no más, con evadir el fisco a
partir del asunto de "plantar el campamento" en un cayo, lo mismo
que hicieron después en Lengua de Pájaro, antes en cayo Macabí
(Banes), donde la United Fruit Sugar Company fundó el central
Boston, entre otros ejemplos. Solamente que, la excesiva dureza del
acero obtenido, le jugó una mala pasada a la Betleheem, pero fue
más tarde, allá por 1913, se dice.
PLANOS INCLINADOS,
ÚNICOS
Pero en 1906 lo primero
que preocupaba era la materia prima. Aquellos hornos debían ser
alimentados con mineral de hierro. Y sobre los yacimientos
ferralíticos de la Meseta de Pinares de Mayarí, a unos 600 metros
sobre el nivel del mar, pusieron la mirada.
Los minerales deseados
estaban en lo alto de las elevaciones cubiertas de pinos. ¿Cómo
operar la mina y acarrear el material?, resultaba el reto. Entonces
surgió el proyecto de construir los famosos Planos Inclinados de la
Mina Pinares de Mayarí.
Ese año comenzaron las
obras que darían lugar al surgimiento de un sistema ferroviario de
montaña único en el país y con muy pocos similares en el mundo,
si es que existen.
Grosso modo, se trata de
dos tramos ferroviarios (planos inclinados superior e inferior), dos
estaciones tractivas (en ambos extremos, dotadas con calderas para
el accionamiento con vapor de los mecanismos) de los cables o
winches que mueven los contrapesos o monos y propician el ascenso de
las góndolas mineras vacías y el descenso simultáneo de las
cargadas, con decenas de toneladas de material encima, por
pendientes sumamente inclinadas y kilómetros de longitud.
Sus extremos se ubican
en la zona de Piedras Gordas, próxima a la ciudad de Mayarí, en
las faldas de los Pinares y en la meseta de La Mensura. En Piedras
Gordas funciona un patio ferroviario para el movimiento de los
trenes y una réplica en la altura de los Pinares.
Tras fracasar el negocio
del acero Mayarí por la fragilidad del metal obtenido, vino un
periodo de inactividad, hasta que nuevos aires de guerra
determinaron la construcción en Lengua de Pájaro, hace 62 años,
de la primera industria para la extracción del níquel más
cobalto. Así el resto de su vida útil se vinculó a la industria
niquelífera.
Al término de la II
Guerra Mundial volvió la parálisis, pero otra guerra, esta vez la
desatada por Estados Unidos contra Corea, la puso de nuevo en
movimiento.
En 1980 se le aplicó
una reconstrucción general y modernización, con el apoyo
técnico-material de la extinta Unión Soviética. Durante los
últimos 46 años garantizó el 30% de la materia prima que
requirió la empresa Comandante René Ramos Latour, de Nicaro.
De ahí que cederá en
lo que resta de año su espacio productivo a un moderno
transportador de banda que se construye con total premura para
responder a los reclamos del futuro cercano (al menos 15 años) de
la industria de Nicaro o Lengua de Pájaro.
Pero no será el fin de
tan singular obra patrimonial. Algunos la comienzan a ver como
opcional para el turismo de montaña, vinculada con el Salto del
río Guayabo, el Sendero Ecológico de La Mensura y el motel Pinares
de Mayarí. Es que no se puede dejar morir una maravilla tal de la
creación humana. |