Escritora argentina denuncia impunidad en 
caso Posada Carriles

BUENOS AIRES, 24 de mayo (PL).— La escritora argentina Stella Calloni afirmó hoy que mientras anden libres por el mundo terroristas de la talla de Luis Posada Carriles, Latinoamérica no podrá cerrar ninguna de sus páginas de lucha contra la impunidad.

Autora del libro Los años del lobo: Operación Cóndor (1999), Calloni opinó en entrevista con Prensa Latina que los atentados realizados por Posada y otros asesinos de origen cubano, en su mayoría radicados en Estados Unidos, no sólo atañen a Cuba.

Precisamente, la periodista recurrió a su propia obra para desentrañar el prontuario criminal de este y otros personajes como Orlando Bosch, Guillermo e Ignacio Novo y Virgilio Paz, piezas claves del terrorismo de Estado aplicado en la región.

La Operación Cóndor fue el nombre con el que se sindicó a un plan de inteligencia y coordinación entre los servicios de seguridad de las dictaduras del Cono Sur —Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia–, en la década de 1970.

Si queremos eliminar las atrocidades cometidas en esa época tenemos que comenzar por el punto de partida: Estados Unidos, de donde se ordenó armar ese operativo siniestro al ex dictador chileno, Augusto Pinochet, sostuvo.

Todos estos individuos, formados como especialistas para matar en las escuelas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en los años 60, ayudaron, además, a los regímenes militares en Centroamérica, denunció.

Era mucho más fácil contratar a esos equipos afuera para que no se filtraran los nombres de los asesinos, subrayó Calloni, quien recordó, entre muchos, los homicidios dentro de Cóndor de chilenos y de cubanos en México (como el asistente del cónsul en Mérida).

Todos estos grupos mafiosos asentados en la Florida, en su mayoría pertenecientes a la Fundación Nacional Cubano Americana del extinto Jorge Mas Canosa, actuaron en Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras, recordó la entrevistada.

A su juicio, no fue casual que en 1976, con apenas un mes de diferencia, se registraran la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano, con saldo de 73 muertos, y el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier en Washington.

Cada vez que a accedíamos a documentos en algún lugar saltaban estos personajes, relató la Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1987, en alusión al descubrimiento en 1992 de los archivos de la dictadura de Alfredo Stroessner, en Paraguay.

Fue en esas investigaciones sobre la internacional del terror, como también se le llamó a Cóndor, donde pudimos constatar la participación de Posada, Bosch, Paz y otros extremistas de Miami en ese plan contrainsurgente ejercido por las dictaduras, dijo Calloni.

Por eso, subrayó, sustentamos que las acciones terroristas de estos genocidas y de las agrupaciones de la ultraderecha que los apoyan, no sólo conciernen a Cuba, porque se extendieron por todo el continente.

Aparecieron, además, citados en periódicos españoles cuando asesinaron al monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador, donde Posada tenía estrechos lazos con los escuadrones de la muerte de ese país, rememoró.

¿Cuál sería el nivel de ilegalidad, que en 2000 intentaron llevar a cabo un nuevo atentado en Panamá los mismos viejos terroristas que habían sido contratados para ir a matar a otros lugares del mundo como parte del operativo Cóndor?, se preguntó.

Calloni se refirió al entonces frustrado plan para asesinar al presidente cubano, Fidel Castro, durante su participación en una Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

De haberse concretado el hecho hubiese sido un magnicidio, ya que no sólo se acabaría con la vida del líder revolucionario sino también con la de miles de panameños que asistirían al Paraninfo universitario a escucharlo, aclaró.

La también corresponsal del periódico La Jornada en Sudamérica fue incluso más lejos en sus acusaciones, al colocar a Posada y sus cómplices detrás del golpe de Estado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, en 2002.

No dudo que fueran de los grupos que actuaron en los balcones de Caracas, desde los cuales dispararon contra las manifestaciones de una y otra especie para armar el caos, deslizó.

Cóndor —insistió— no fue una creación de Pinochet, sino de Estados Unidos, y el dictador en ese momento representaba lo más disciplinado para el proyecto que ellos tenían conjuntamente con Stroessner en Paraguay.

Mientras no llevemos a los estrados a esos responsables de delitos de lesa humanidad y a quienes los protegieron y financiaron, no podremos cerrar ningunas de las historias contra la impunidad en América Latina, concluyó la escritora argentina.

 

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