Francia con el pulso alterado

ARSENIO RODRIGUEZ

El pulso de la sociedad francesa este mayo del 2005 está alterado. Miedos y fantasmas, tradicionales o actuales, recorren la geografía gala. En las grandes ciudades, en los pequeños pueblos y en los más apartados parajes se especula acerca de la suerte que tendrá finalmente un controvertido documento de la Unión Europea que será sometido a referendo el próximo 29 de mayo.

Algunos le llaman Constitución, otros Tratado Constitucional Europeo, aunque la mayoría de los 40 millones de posibles votantes desconoce su contenido, por lo enrevesado de un lenguaje nada claro y, lleno de tecnicismos a lo largo de sus 340 páginas, 6 títulos, 4 partes y 342 artículos.

Muchos ven este proyecto como un canto al neoliberalismo, ya que en una de sus partes se afirma que "la Unión ofrecerá a sus ciudadanos un mercado único en el que la competencia sea libre y no falseada". Al respecto, un especialista comentaba recientemente que la palabra mercado aparece 78 veces en el texto, y una sola vez economía social de mercado altamente competitiva.

En cuanto al empleo, que es uno de los miedos existentes en toda Europa, se habla del derecho a trabajar.

Los resultados del voto francés preocupan a los dirigentes comunitarios por la posible reacción dominó en el resto de las naciones que aún deben aprobarlo.

LA QUIERO O NO LA QUIERO

Se habla hasta de una desaceleración de la economía de la Unión Europea si finalmente gana el No en Francia, que según las encuestas sobrepasa el 53%, a solo unos días de la votación. También se exacerban los fantasmas de la migración, lo que ha permitido a grupos de extremistas confundir al electorado.

El miedo al desempleo, a perder las bondades del llamado Estado de bienestar, a una peor salud pública incapaz de atender las necesidades de miles de personas ante una ola de frío, a pesar de ser uno de los siete países más industrializados del mundo, puede pesar en el momento del voto.

Estos temores y fantasmas no solo están presentes en Francia y mucho menos son coyunturales. Recorren toda Europa, en especial la comunitaria, la de los 25, y todo país donde se hayan aplicado las recetas neoliberales.

Algunos expertos creen que el triunfo del No en Francia pudiera retrasar la aprobación final del documento, que según las normas debe ser refrendado por todos los países miembros, aunque ello finalmente se logrará por variantes comunitarias previstas ante ciertas emergencias.

UNA EUROPA EUROPEA

Nueve de los 25 países han anunciado referendos sobre el tema. España fue el primero en ratificar la Constitución a través de esa vía. Francia, Dinamarca, Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Portugal, la República Checa y Reino Unido también recurrirán a igual método.

En el resto de los estados miembros, serán los parlamentos los encargados de confirmar el texto. El total de los miembros deben ratificar la Constitución antes de noviembre del 2006.

Hasta ahora, ha sido aprobado en siete países, el último de ellos fue Austria, donde el Sí recibió un voto casi unánime en el Parlamento. La ratificación oficial requiere aún el voto del Senado, previsto para el próximo día 27, aunque ya se da por aprobado pues, según la ley austriaca, solo se trata de una formalidad, pues los 62 miembros de esa Cámara no tienen poder para rechazarlo.

Antes de Austria ratificaron el documento por vía parlamentaria Lituania, Hungría, Eslovenia, Italia, Grecia y Eslovaquia.

El 13 de mayo, la Cámara Baja del Parlamento alemán, el Bundestag, lo aprobó 569 votos a favor y 23 en contra. Ahora el proyecto constitucional deberá ser ratificado por el Bundesrat (Cámara territorial) en una votación prevista también para el próximo 27.

En el debate previo a la votación, el canciller Gerhard Schröeder indicó a los diputados que la Constitución permitirá que Europa hable con una sola voz y que "no sea una Europa alemana o una Europa francesa, sino una Europa europea".

De esto se trata. La Europa de los 25 tiene ante sí no solo miedos y fantasmas, sino también la urgencia de lograr constituirse en uno de los tres polos de poder que se van consolidando en este cambiante mundo y, para ello, institucionalizarse constituye una necesidad vital.

La urgencia e importancia del voto galo queda demostrado con el llamamiento formulado en París el 19 de mayo por los presidentes de Francia, Jacques Chirac, de Polonia, Alexander Kwasniewsky, y el canciller alemán, Gerhard Schröeder, quienes reclamaron la "responsabilidad" de los franceses para que ratifiquen la Constitución europea, porque Europa "necesita a Francia" para ser "fuerte".

Además de insistir en la necesidad de la Constitución para lograr una Europa "fuerte, solidaria, preparada para los desafíos del siglo XXI", pues de lo contrario se quedará convertida "en una especie de museo de civilizaciones que no podrá participar activamente en el desarrollo mundial".

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Deportes | Cultura |
| Cartas | Comentarios | Ciencia y Tecnología | Lapizcopio| Especiales |

SubirSubir