XI Salón de
Premiados
Salutación optimista
VIRGINIA ALBERDI
BENÍTEZ
Si
me pidieran una palabra para definir el Onceno Salón de Premiados,
diría atinado. Tal vez no sea muy técnica, pero sí justa. Los
anteriores Salones Nacionales de Premiados resultaron ineficaces
porque apenas si se disfrutaba con la presencia de las obras
seleccionadas en las provincias de origen. No miento si afirmo que
antes de ver este, lo pensé dos veces. Por fortuna, o por obra de
un buen trabajo de artistas, jurados y organizadores, este Onceno
Salón resulta coherente, y en general el balance de las obras que
en él se presentan dan buena cuenta de que vale la pena mantener el
evento que con carácter anual trae al Centro de Desarrollo de las
Artes Visuales las obras premiadas en cada uno de los Salones
Provinciales.
Búnker, lo mejor del Salón.
Esta edición,
acompañada de un catálogo bien diseñado y con acertadas palabras
de Erena Hernández, también miembro del jurado que integró junto
a Jacqueline Brito, René Francisco Rodríguez, Magali Oliveros con
la presidencia de María de los Ángeles Pereira, ha sido sin lugar
a dudas la más afortunada en esta segunda etapa, iniciada en el
2000. La museografía resulta orgánica: Pedro Contreras, Tania
Parsons y Magali Oliveros han logrado un discurso fluido a través
de las obras que se exponen.
La obra indiscutible,
rotunda por su visualidad, es sin lugar a dudas Búnker, del
pinareño (ex DUPP) José Miguel Díaz (MAYIM-B), una instalación
en la que se resuelve con ingenio y atrevida conceptualización, la
conflictividad de los espacios ideológicos contemporáneos. Además
del Premio del Salón mereció el de Galerías Génesis y el de la
UNEAC. Compartió el máximo galardón Máquina para contar
historias cíclicas, de Ismary González, premiada en Ciudad de
La Habana, una instalación con madera, metal y papel... y mucha
historia. El jurado del Salón otorgó mención a dos obras: Ordenando
el pensamiento, de Katiuska Saavedra y Peleador, de
Marianela Orozco, de Ciudad de La Habana y Sancti Spíritus,
respectivamente. La obra Definitivamente decorativa, de la
serie Pinturas encerradas, le valió al cienfueguero Adrián
Rumbaut el premio del Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Como en ocasiones
anteriores, el arte contemporáneo se expresa a través de
instalaciones, video arte, escultura, pintura, fotografía y
performance, que evidencian los quehaceres provinciales (que no
provincianos) en las artes plásticas cubanas.
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