EE.UU. mueve peones para resolución anticubana
en la CDH

Por ORLANDO ORAMAS LEÓN
Enviado especial

GINEBRA, 2 de abril (PL). — Estados Unidos mueve hoy sus peones hacia la Comisión de Derechos Humanos (CDH) para intentar la repetición de una resolución anticubana, propósito que justifica el viaje de altos funcionarios a fin de presionar a los miembros de este foro de ONU.

Casi medio centenar de miembros componen la delegación estadounidense ante la CDH, que aunque oficialmente está encabezada por el senador Rudolph E. Boschwitz y el embajador Kevin E. Moley, también tiene a encumbrados cargos en su nómina.

Por aquí ya pasó el subsecretario asistente del Departamento de Defensa, Matthew Waxman, a cargo de asuntos de los detenidos por Estados Unidos en la guerra antiterrorista.

Waxman trajo la misión de contrarrestar las denuncias sobre las torturas cometidas por soldados norteamericanos en Iraq y la base que ocupan en el territorio cubano de Guantánamo.

Hay que recordar que el año pasado Cuba propuso a la Comisión se investigaran los abusos contra alrededor de 600 prisioneros de unas 40 nacionalidades que el Pentágono mantiene tras las rejas en el suroriente de la mayor de las Antillas. La misión estadounidense aquí teme que el tema vuelva a resonar.

Precisamente Waxman está muy implicado con lo que sucede en Guantánamo o Abu Ghraib, pues entre sus responsabilidades están asuntos de seguridad en los que la administración del presidente George W. Bush persiste en involucrar a esos detenidos.

Se trata del argumento para desconocerles la condición de prisionero de guerra, justificar el encierro indefinido y negarles derechos reconocidos internacionalmente.

Por largo tramo la misión de Estados Unidos ante el 61 período de sesiones de este foro es la mayor de los 53 miembros, pero también del resto de los países observadores representados aquí.

Otro que enseñó credenciales fue el subsecretario adjunto del Departamento de Estado Mark Logan, quien la víspera encabezó una conferencia de prensa en la que reiteró la decisión de imponer una resolución contra Cuba en materia de derechos humanos.

Bien pobre fue la respuesta de los medios de comunicación a la convocatoria. Un corresponsal extranjero acreditado aquí lo atribuyó a que "se trata más de lo mismo".

Logan dijo confiar en que el proyecto reciba los votos necesarios para extender el mandato de Christine Chanet, representante personal de la Alta Comisionada, que La Habana desconoce por considerarlo fruto de las presiones de Washington.

Pero su declaración fue interpretada como parte de la preocupación por un resultado cerrado, en medio de rumores entre representantes de la prensa sobre cambios en el voto de algunos países, que oficialmente no pudieron ser confirmados o desmentidos.

En principio el proyecto encajó un revés. Estados Unidos debió presentarlo como propio, a diferencia de otros años en que consiguió que otros gobiernos lo hicieran a fin de disfrazar la mano norteamericana en su autoría y empuje.

Recientemente el canciller cubano Felipe Pérez Roque denunció que para Estados Unidos resulta vital conseguir otra vez la maniobra en Ginebra, con el fin de intentar justificar el bloqueo a las Antillas.

Una propuesta de resolución presentada por Cuba contra esa política, que se extiende por más de 45 años, recibió el voto a favor de 179 países en la Asamblea General de la ONU, con lo que Washington quedó prácticamente en solitario.

Sin embargo, la resolución de la Casa Blanca fue decidida el pasado año aquí por apenas un voto de diferencia, luego de presiones que incluyeron una vasta movilización desde el Departamento de Estado, las embajadas en diversas latitudes y el gardeo personal en este recinto ginebrino.

La plantilla norteamericana también trae a Michael Kozak, subsecretario de Estado para asuntos de democracia y derechos humanos, uno de los principales artilleros en los ataques a La Habana y Caracas, quien de seguro tendrá otra vez un rol protagónico en la campaña anticubana.

Otro que se anuncia con bombo y platillo, aunque no puede estar en el listado oficial de la delegación de Estados Unidos, es el embajador checo en ese país, Martin Palous, quien cuando era vicecanciller de Praga ya presentó una vez el plan de Washington contra Cuba en la CDH.

Y en franca sintonía ya se dejan ver por acá miembros de los grupos contrarrevolucionarios que desde el sur de la Florida conspiran con la administración Bush para intentar derrocar al proceso político en la isla. También algunos que se dicen representar a los llamados grupos disidentes.

Son, al decir de Cuba, quienes se llevan la mayor tajada en los fondos millonarios destinados por la Casa Blanca para la llamada transición, con la que aspiran a reconquistar propiedades y el poder, y para lo cual hay quienes en Miami han pedido "24 horas de gracia para matar".

Pero esta vez se han llevado una sorpresa, pues por los pasillos de esta sede se estrenan otros cubanoamericanos llegados con un propósito totalmente opuesto, y para lo cual ya hicieron uso de la palabra para denunciar el redoblamiento de las restricciones de Bush contra los viajes y remesas familiares hacia la vecina ínsula.

"Nos decidimos a venir porque ya no podíamos esperar más para hacer saber a la Comisión y al mundo sobre las crueles medidas de Bush contra la familia cubana", afirmó a Prensa Latina una activista de una agrupación que reúne a mujeres cristianas en Miami contra tales disposiciones.

Para el 14 o 15 de abril está prevista la votación del proyecto anticubano. Washington apresura sus mecanismos de presión y mueve recursos y fichas. La CDH vuelve a convertirse en escenario de una batalla impuesta por Estados Unidos, que le resta credibilidad a este órgano de la ONU.

 

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