El mundo empezó sin el hombre y ¿acabará sin él?

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

A los 97 años de edad, el filósofo y antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, uno de los últimos grandes del pensamiento, todavía con lucidez de esgrimista, vuelve a sentenciar que el mundo, "que comenzó sin el hombre, acabará sin él".

No se trata de la despedida apocalíptica de un estudioso que después de transitar sus mejores luces dice "esto se acabó y el pesimismo es la última puerta que dejo abierta". Padre del estructuralismo antropológico, ya en 1955 Lévi-Strauss alertaba en su famoso libro, Tristes trópicos, que sería el hombre quien se tragaría al hombre.

Una convicción que medio siglo después, atrapado en la trampa universal en que se encuentra nuestra especie ("ya no quedan tribus para estudiar, todo está globalizado"), sostiene al recibir el último de los muchos galardones conferidos a lo largo de su vida, el Premio Cataluña.

Sustentador de una polémica teoría para entender el universo, escuela que unos aplauden y otros critican y que en su esencia sostiene que las diferentes culturas, sus formas de manifestarse, esquemas lingüísticos y mitos revelan la existencia de patrones comunes inherentes a toda la vida humana (lo que conlleva a un cierto desprecio por la Historia), Lévi-Strauss ha dicho en una comparencia en París que el planeta "tal y como es hoy, es algo inmenso comparado a nuestra pobre especie" y que esa es una convicción que deberíamos tener siempre presente.

"Si formulase un deseo para el siglo XXI —dijo el antropólogo— sería un mayor respeto para el mundo que nos rodea."

¿Que ha traído ese desacato del hombre, y en específico de los gobiernos, hacia este mundo del cual todos nos servimos y poco servimos?

Los augurios son para estremecerse y acaban de ser dados a conocer por 1 300 expertos procedentes de 95 países llamados a filas por la ONU para que rindan un informe, luego de cuatro años de trabajo. Entre esos espeluznos futuristas hay uno que deberían prenderse en la mente todos aquellos que en el Norte y en el Sur, en el Este y en el Oeste, tienen hijos y nietos, porque la catástrofe está augurada para las próximas décadas, días en que los niños que ahora corren y juegan serían hombres más prestos a maldecir que a vitorear a causa del mundo heredado.

Aseguran los expertos citados que dos terceras partes de los ecosistemas de los que depende la vida sobre la Tierra están sobreexplotados, o se emplean de manera insostenible, lo que podría tener resultados funestos.

En esencia: ¿Permitirán el agua dulce, la pesca, el aire nuestro de cada día, el clima o las enfermedades, que se obtengan los parámetros de satisfacción humana que se han marcado los países para el 2015?

Copio parte del informe, en el que después de establecerse que están teniendo lugar degradaciones en 15 de los 24 ecosistemas, se da por sentado que algunos ejemplos serían: "La aparición de nuevas enfermedades, los cambios súbitos en la calidad del agua, la aparición de zonas muertas en las costas, el colapso de las pesquerías o los cambios de clima regionales".

Una de las conclusiones a las que se llega en el estudio es que "en los últimos cincuenta años los seres humanos han modificado los ecosistemas de manera más rápida e intensa que en cualquier otro periodo de la Historia". Y se especifica que se utilizaron más tierras, más fertilizantes con nitrógeno y mayores recursos pesqueros que nunca para satisfacer la demanda creciente de la humanidad. En cambio, entre el 10 y el 30% de las especies se encuentran en peligro de extinción.

El título del informe es significativo: "Estamos gastando más de lo que tenemos".

Y una de sus recomendaciones finales, todo un himno: "Exigir cambios urgentes y radicales a los gobiernos".

Mientras tanto, escoltados por un almanaque siniestro convertido en sombra de de sus pasos, nuestros hijos y nietos crecen al conjuro de la advertencia aleccionadora del casi centenario Lévi-Strauss, a la que —enamorado de la vida— prefiero agregarle al final una interrogante menos pesimista: El mundo empezó sin el hombre y... ¿acabará sin él?

 

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