Celima Bernal

Mi inolvidable amigo Bernardo Figueredo, que siendo casi un niño fue secretario de José Martí, me contó hace muchísimos años, cómo este lo había regañado en una ocasión por emplear el verbo fajar con el significado de liarse a golpes. Le dijo: "Fajarse es ponerse una faja". Así era entonces, claro está; después se aceptó como "pegar a uno, golpearlo", acepción frecuente en Canarias y en algunos países de América, entre ellos el nuestro. También de uso pronominal: "se fajaron". Ahora tiene igualmente el de "hacer la corte a una mujer, enamorarla con propósitos deshonestos". Esto último constituye un cubanismo, según el D.R.A.E.

 

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