BAGDAD, 28 de enero (PL).—
Vísperas de las elecciones legislativas en Iraq, crece el temor a
que ese acto acentúe las diferencias religiosas y se origine una
guerra civil que perpetúe la presencia del ocupante extranjero.
Los comicios están señalados para
este domingo 30 de enero, pero ya comenzó hoy para los iraquíes
residentes en el exterior, de los que se han inscritos unos 280 mil,
de casi un millón, en 14 países, según la OIM (Organización
Internacional de Migraciones).
Para la Comisión Europea, la
votación estará lejos de ser perfecta y se vislumbra muy difícil;
a su vez, estudiosos del tema en Londres estiman que podría
empeorar las cosas al acentuar las diferencias comunitarias.
Sunitas y chiítas, los dos grandes
grupos islámicos del país, ya deslindaron sus campos: los
primeros, minoritarios, boicotean las elecciones al considerar que
deben aplazarse hasta el cese de la ocupación extranjera.
Esta oposición podría costar un
tercio de los votos, opinan en la sede central de la ONU, en Nueva
York, y dar al traste con esta intención de dotar al país de sus
instituciones.
Los segundos, más de la mitad de la
población iraquí, ven en ellas la posibilidad de hacerse con el
poder, del que fueron excluidos, de acuerdo con la prédica del
ayatollah Alí al Sistani, su principal guía espiritual.
Al Sistani emitió una
"fatwa" (edicto religioso) que obliga a los fieles a
concurrir a los colegios electorales, desde el jueves blanco de la
mayoría de los ataques de la resistencia contra los ocupantes y las
tropas leales al gobierno llamado de transición.
El refuerzo de estas últimas está
contemplado en el acuerdo anglo-estadounidense, hasta hoy secreto,
sobre un plan de retirada de Iraq, condicionado, no obstante, a que
el número de efectivos de la policía local se vea duplicado.
Esa formación será "más
agresiva" que las existentes y su misión principal será
sustituir de manera paulatina a los 150 mil soldados norteamericanos
presentes en Iraq, acorde con el matutino londinense The Guardian.
Sin embargo, y en declaraciones al
The New York Times, el presidente George W. Bush aseguró no creer
que el nuevo gobierno que resulte de estas elecciones pida el retiro
de las tropas de su país.
De todas maneras, muchos analistas
dan por hecho que habrá soldados norteamericanos en Iraq para más
de una década.
A criterio del embajador
estadounidense en Iraq, John Negroponte, la seguridad de estos
comicios será responsabilidad de la policía iraquí, aunque en
caso de un deterioro de la situación, las tropas de la coalición
estarán disponibles.
La ONU confía en que habrá
transición política como resultado de estas elecciones. Una vez
electo, el parlamento de 275 escaños se aplicará a elaborar un
proyecto de Constitución que deberá ser votado el 15 de octubre.
De ser aprobada la Carta Magna, antes
del 15 de diciembre de este año deberán efectuarse las próximas
elecciones para elegir a un nuevo gobierno.