MÉXICO, 28 de enero (PL).—
Claras señales recibidas desde Estados Unidos son interpretadas hoy
aquí como una posibilidad real de que el gobierno mexicano, que
encabeza Vicente Fox, está próximo a enfrentar la peor crisis en
política exterior del sexenio.
El boletín emitido por el
Departamento de Estado norteamericano para advertir a sus ciudadanos
de la violencia reinante en la frontera norte de México, representa
el primer factor de tensiones bilaterales en varios años, alertó
el diario La Jornada.
Según la publicación, tal vez no
sea casual que esta llamada de alerta se difunda tras el reemplazo
"del moderado Colin Powell por la fundamentalista Condoleeza
Rice".
Quizás tampoco sea coincidencia la
súbita toma de partido de Washington por el aspirante salvadoreño
a la secretaria general de la OEA, Francisco Flores, un puesto por
el cual puja también el canciller mexicano, Luis Ernesto Derbez.
A esas señales —agregó— deben
sumarse la reactivación en el Legislativo estadounidense de
proyectos que apuntan a colocar una barda en la frontera común, o
los enfilados a evitar que mexicanos indocumentados puedan obtener
documentos legales en ese país.
La publicación insta a tomar en
cuenta el hecho que, ante el desastre de su agresión contra Iraq, a
Washington le es menos oneroso seguir fingiendo que se preocupa por
la seguridad de sus ciudadanos con una nueva cruzada continental
contra el tráfico de drogas.
Al respecto recuerda que en carta
abierta a la Cancillería y la Procuraduría General mexicanas, el
embajador estadounidense Antonio Garza expresa el interés de su
gobierno por saber si hay "alguna manera adicional" de
cooperar en la lucha contra el narcotráfico.
Esta expresión recuerda,
inevitablemente, el caso de Colombia, donde Estados Unidos impuso su
presencia militar permanente con ese mismo pretexto, puntualizó la
publicación.
Si se sacan las conclusiones
correctas de los signos antes señalados, es posible que el foxismo
esté próximo a enfrentar la peor crisis del sexenio en política
exterior, apunta La Jornada.
Y todo hace pensar, por desgracia,
que el grupo gobernante no está ni remotamente preparado para
manejar una coyuntura de hostilidad del poderoso vecino, concluye.