Segundo golpe a Asia

JOAQUÍN RIVERY TUR

NADIE PUEDE imaginarse realmente el impacto total del terremoto que azotó al Sur y al Sudeste de Asia el pasado 26 de diciembre.

Foto: REUTERSAparte de las ruinas, la ruindad de Washington.

No se trata de la cantidad de personas fallecidas, cuya cuenta, no oficial y no confirmada, anda ya por las 170 000. El problema de los tsunamis es mucho mayor, pues abarca a millones de personas que han quedado desamparadas, decenas o centenas de miles de niños sin padres, aldeas completas barridas del mapa y cuerpos desaparecidos, sin precisión de número, arrastrados por las olas o sepultados bajo escombros.

Apurándose para hacerse publicidad, el Gobierno de Washington comenzó anunciando una ayuda insignificante, que aumentó con mucha propaganda cuando le llovieron las críticas universales por la falta de sentimientos de los componentes del grupo de la Casa Blanca.

Una de las cosas que más interesa a Estados Unidos es la presencia militar que ha logrado tener en la provincia indonesia de Banda Aceh, aprovechando la necesidad de ayuda, aunque los indonesios ya han aclarado que prefieren que se retiren lo antes posible.

Una de las incógnitas de este mundo es cómo la Casa Blanca entiende la ayuda, pues mientras se autoalaba de ello, acaba de dictar sanciones a los productores de camarón bajo el eterno y aburrido pretexto del dumping.

(Dumping es la práctica de dar precios por debajo del costo para derrotar a los contrarios en la competencia. EE.UU. recurre a "medidas antidumping", cuando las importaciones de un producto suelen ser más baratas que lo producido nacionalmente. Cada vez que la Casa Blanca ve a sus empresas en desventaja, acusa de dumping a los que tienen mercancías más competitivas y les sube los aranceles.)

Esta forma de proteccionismo para salvar a sus empresas incosteables, en esta ocasión, va contra dos de los países más afectados por el terremoto, pues puede dañar fuertemente a Tailandia y la India, que son grandes exportadores del apetecido crustáceo.

Solo en Tailandia, este proteccionismo contra los exportadores de ese rubro se estima en unos 500 millones de dólares, ya que requieren al menos seis meses para restablecer la infraestructura destruida.

A inicios de enero las autoridades comerciales de Estados Unidos adoptaron medidas antidumping contra Tailandia, India, China y Viet Nam —además de dos países sudamericanos— bajo el mismo argumento de prácticas de comercio desleal.

Esta es la forma práctica de un discurso contrario. Washington se pasa la vida reclamando comercio libre y eliminación de aranceles en aquellos países donde se protegen de las grandes transnacionales, pero en cuanto empresas norteamericanas se ven amenazadas por su poca competitividad, inmediatamente la varita mágica de las decisiones contra los concurrentes suelta las acusaciones inventadas y se aplican.

A Washington no le interesan los padecimientos de las poblaciones de esos países, no le importa que precisamente los que más sufrieron son los que viven cerca del mar, como los pescadores de camarones.

Hay que tender un manto de protección a los capitalistas propios, y los tailandeses e indios, en su criterio, pueden sufrir un poco más aparte de las desgracias de los tsunamis.

Ni siquiera les sensibiliza que el maremoto debe de haber destrozado numerosos barcos camaroneros y que esas exportaciones hacia el mercado norteamericano obligatoriamente van a disminuir en el futuro inmediato. La medida se aplica sin razonar.

En un caso así también habría que recordar que los anuncios de ayuda hechos por Estados Unidos son solo eso: anuncios. Ya la ONU se ha quejado lo suficiente de que los países desarrollados, cuando se produce un desastre de gran envergadura, las naciones ricas hacen publicidad sobre lo que van a aportar y después se quedan bien lejos de las cifras ofrecidas.

Ellos generalmente no hablan de solidaridad, sino de ayuda, la que siempre se queda corta.

Un informe de la ONU volvía a subrayar hace poco que los objetivos trazados en la Cumbre del Milenio de reducir la pobreza del mundo a la mitad para el 2015, solo podrán cumplirse si los países industrializados cumplen los compromisos financieros asumidos.

Ya, desde ahora, se puede afirmar que no llegará a la meta y que el primer incumplidor será precisamente Estados Unidos, y lo acompañarán, según el informe, Japón y Alemania.

El destacado economista Jeffrey Sachs durante una conferencia de prensa en la sede neoyorquina de la ONU, apretaba el dedo en esa llaga, ponía como ejemplo de los que cumplían a los países escandinavos y señalaba que Francia y Gran Bretaña han trazado un cronograma para cumplir con el acuerdo de dedicar 0,7% del Producto Interno Bruto como ayuda oficial al desarrollo.

Volviendo a Asia, los pueblos de la India y Tailandia, junto a Indonesia y Sri Lanka, fundamentalmente, ya habían sufrido el golpe devastador de la naturaleza. Ahora dos de ellos reciben el golpe brutal de un proteccionismo absolutamente impío, en el que solo cuentan las ganancias, como toda fórmula capitalista.

 

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