Seis mil 600 años de prisión para Scilingo por 
atrocidades cometidas

MADRID, 15 de enero (PL).— Al ex capitán de navío argentino Adolfo Scilingo, acusado de genocida, terrorista y torturador, le piden en España seis mil 600 años de cárcel, una sanción que ofrece una idea de las atrocidades cometidas.

Al contumaz represor de la dictadura militar argentina en la década de los años 70 y 80 del siglo pasado, le han demostrado culpabilidad en actos aborrecibles de asesinato, terrorismo y tortura, entre los cuales los más siniestros los "vuelos de la muerte".

Estos consistían en arrojar al mar vivos a los detenidos desde los aviones en vuelo para que se ahogaran o fueran pasto de especies devoradoras. Scilingo confesó haber participado al menos en dos de esos vuelos en los que fueron asesinadas 30 personas, aunque después se retractó.

La fiscal Dolores Delgado pidió leyeran sus declaraciones sumariales en las que reconoció su participación. El canalla, como le dicen los argentinos radicados en España, cometió más crímenes, pero ahora los niega al señalar que se "limitó a cumplir el reglamento".

También niega sus propias declaraciones en Argentina, al asegurar que se había auto-inculpado como parte de una campaña personal suya contra el almirante Emilio Massera, uno de los jefes de la Armada en la Junta militar.

A Scilingo le salió el tiro por la culata, pues llegó a España en 1977 por voluntad propia para supuestamente colaborar con la justicia en la investigación de los crímenes de la dictadura militar, y tratar de evadir así a los tribunales de su país.

Pero en Madrid el juez Baltasar Garzón lo inculpó e inició el sumario sobre la base de acusaciones de genocidio, terrorismo y torturas cometidos entre 1976 y 1983, en especial los referidos "vuelos de la muerte".

Desde entonces el ex marino ha tratado de retardar el juicio que sabe perdido de antemano. Su acción más ridícula, que lejos de lástima ha concitado desprecio, es una supuesta huelga de hambre para poder escenificar en la sala del tribunal afectaciones a la salud que invaliden la vista.

Pero los tribunales no se han dejado engañar y contrapusieron al teatro de Scilingo los exámenes de un grupo de médicos en la propia sala, quienes juramentaron que el procesado está perfectamente bien y lúcido y sus desvanecimientos son fingidos.

Aún así, el reo mantuvo su actuación como si estuviera en un tablado bonaerense, para no responder a las preguntas del presidente del Tribunal, que decidió continuar el juicio advirtiéndole que su silencio era una aceptación de los cargos imputados.

En fin, que aunque escenifique una paraplejia mejor representada que la de Javier Bardem en Mar adentro, no hay abogado que le quite de encima a Scilingo ni un año de los seis mil 600 que le piden, aunque sólo sean sus huesos los que cumplan tan larga condena.

 

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