Desde Venezuela

El lujo del doctor Jaime 

VENTURA DE JESÚS 
Foto: JORGE LUIS BAÑOS 
Enviados especiales

CARACAS.— El médico cubano Jaime Díaz González se confunde entre los venezolanos. Camina como uno más por las calles del barrio. Solo lo delatan las continuas muestras de afecto que le llegan de cualquier parte. Enseguida se da uno cuenta de que es una persona venerada.

"Al principio tuvimos que improvisar el consultorio y dónde quedarnos. Por suerte me tocó vivir con unos vecinos que pronto me acogieron como a un hijo. Pero en cuanto iniciamos el censo no pocas personas se negaron por temores infundados. La prensa daba una imagen tergiversada de nosotros, que si éramos el fantasma del comunismo, que si éramos un pelotón de militares para hacer política..."

Jaime logra la mejor comunicación con los pobladores.

Sin embargo, con los días, Jaime y sus compañeros se quitaron de encima los injustos calificativos. Ese "raro" modo de ser y de actuar de los médicos cubanos les permitió a los venezolanos darse cuenta al instante de que no era cierto lo que se decía.

"A los pocos días ya gozamos de la total aceptación del pueblo. El trabajo ha sido arduo, pero las relaciones son muy buenas. Nos reconocen, incluso, muchos adversarios del Gobierno. Y no solo somos reconocidos, sino que toman la medicina nuestra como punto de referencia. Acepté el desafío y ya llevo aquí 18 meses."

LA PASTORA CAMBIÓ

El doctor Jaime atiende a una población de alrededor de 1 300 personas en la comunidad Tierra Blanca, parroquia La Pastora, municipio Libertador.

"A nuestro arribo detectamos muchos casos de anemia, desnutrición y otras enfermedades y malos hábitos. Eso ha mejorado considerablemente. El trabajo logró, además, que ya este año no tengamos mortalidad infantil ni materna.Tampoco reportamos fallecidos en niños de uno a 14 años, ni siquiera por accidentes. Y eso dice mucho del cambio.

"Ahora nos encontramos en la fase de hacer una medicina más preventiva. Se crean los núcleos de promotores de la salud. Pienso que aquí en los cerros ya tenemos la salud tomada de la mano."

¿Entonces el tiempo te ha ofrecido la satisfacción de ver los resultados?

"Vivir esa experiencia es reconfortante. Sobre todo que ellos comprendan que la medicina no debe ser un medio para ganar dinero, sino un derecho de cada ser humano. La mayoría termina por entender que nosotros no somos más que el fruto de la Revolución cubana, de una sociedad nueva.

"Recientemente fui de vacaciones a Cuba y aquí se quedó otro médico cubano por mí. Se dieron cuenta de que es igual, alguien con la misma forma de tratar a la gente, la misma abnegación, que no es ajeno a las inquietudes de sus pacientes, y los atiende sin altanería. Saben que entregamos todo a cambio de nada. Y eso lo agradecen constantemente."

¿Alguna situación en extremo compleja?

"Bueno, en realidad fueron solo percances embarazosos. Un caso que remití al hospital, pues a todas luces era apendicitis, y lo regresaron con el argumento de que no se trataba de eso. Lo volví a remitir y tuvieron que intervenirlo ya en horas avanzadas de la madrugada. La operación confirmó el diagnóstico.

"En otra ocasión llegó un paciente víctima de una puñalada en la espalda. Era evidente que le había dañado un pulmón. Yo mismo lo llevé al hospital, donde no nos acogieron bien. Durante el reclamo para que lo ingresaran, se desmayó y tuvieron que intervenirlo de urgencia. La enfermera nos dio las gracias, pero los médicos guardaron silencio."

Jaime, quien cumple ahora su tercera misión internacionalista, antes estuvo en Angola y Guatemala, vive y trabaja en Cuba en la comunidad Humberto Álvarez, de Cárdenas, Matanzas. Allí tiene su consultorio. Asegura que es un lugar bueno para ser feliz. Su familia, amigos y pacientes constituyen el refugio afortunado que él evoca en los momentos de apuro y de nostalgia. Tal como lo había imaginado, sus 1 200 pacientes matanceros son bien atendidos.

"Nosotros hacemos un gran esfuerzo aquí, pero aquellos que en la Patria cubren nuestra ausencia realizan una labor encomiable. Pienso que hacen el doble de sacrificio. Constituyen un ejemplo de consagración y tenacidad."

"El premio —dice refiriéndose a su trabajo en Venezuela— lo vemos todos los días en la comunidad. Por eso, más que feliz, me defino como un médico rico, aunque toda mi riqueza y el único lujo que me doy es muy simple: disfrutar el cariño de mis pacientes."

 

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