Sin mirar hacia las nubes

ORLANDO GUEVARA NÚÑEZ

SANTIAGO DE CUBA.— La escasez de lluvias en este territorio ha causado y está causando daños a la producción de alimentos agrícolas. Pero los trabajadores de este sector no permanecen cruzados de brazos, ni dejan al capricho del tiempo, ni a la bondad de las nubes, el destino de las plantaciones y de los animales.

Algunos datos suministrados por la Delegación de la Agricultura, sirven para ilustrar lo que aquí sucede. Este año 6 897,8 hectáreas (514 caballerías) sembradas de viandas, vegetales y granos se perdieron totalmente por la carencia de lluvias. Tomando como base los rendimientos promedio, la pérdida por ese concepto, se calcula en unos 750 000 quintales. Súmese a esta cifra los cultivos que sobrevivieron, pero disminuirán su aporte.

La medida principal frente a esta adversidad es el incremento de las áreas agrícolas bajo riego. En la provincia el riego agrícola beneficia ya a 6 234 hectáreas, de ellas 4 615 con bombeo electrificado, como medida contra la escasez de combustibles. En la Agricultura Urbana, 87 hectáreas disfrutan ya de ese beneficio. Pero otro escollo ha sido necesario enfrentar: el agotamiento de fuentes de abasto de agua, lo cual ha obligado a reubicar áreas de siembra, buscando la cercanía del imprescindible líquido.

La aplicación de la tecnología de siembra del plátano extradenso, escogiendo en cada municipio pequeñas extensiones con posible regadío, es otra de las acciones, al tiempo que se aplican sistemas de pregerminación en diversos cultivos, con vistas a una resistencia mayor de las plantas ante la implacable sequía.

En la ganadería el panorama no difiere del de los cultivos. La mitad de los 689 tranques para el almacenamiento de agua están agotados, esperando las lluvias que por el momento parecen no tener prisa por llegar. Una consecuencia de esta situación es el decrecimiento de la producción lechera y del rendimiento de carne por animal, además del debilitamiento que en no pocos casos es causa de muerte.

En estos momentos, unas 20 000 cabezas de ganado reciben el agua transportada por carros pipa y otras 12 000 han sido trasladadas a otros lugares con posibilidades hídricas. Del total de la masa ganadera de la provincia, uno de cada seis animales es protegido con esas medidas. Se abren nuevos pozos criollos y se instalan molinos de viento, a la vez que se incorporan a la alimentación residuos de cosechas y se incrementan la siembra de caña y de king grass con ese fin. De manera particular se alimentan a las vacas en ordeño y a los animales en desarrollo.

Igual sucede en el sector cooperativo campesino. Es el mismo suelo y bajo el mismo cielo. Y la diferencia estará en otras cosas, porque si llueve o no, lo determinará la naturaleza; pero de la voluntad, de las iniciativas, de la consagración del hombre, dependerá la recuperación de muchos alimentos y la salvación de muchas vidas de animales de los efectos de la sequía.

 

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