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Todo lo que tiene fin es breve
PEDRO DE LA HOZ
Tanto
jazz en apenas cuatro días se van como si nada. De manera que la
imagen del poeta —todo lo que tiene fin es breve— le sirve de
sayo al Jazz Plaza 2004, con un cierre en el teatro Karl Marx que
quedará en la memoria como una de las más jubilosas jornadas de
los últimos años.
Zalba, José Luis, Maraca y Germán: flautas de lujo.
Fue un momento de gracia para el jazz
cubano, en el que se reconoció a una de sus cartas esenciales, la
de Mayra Caridad Valdés, potente en el scat y visceralmente
afrocubana en su proyección vocal. En el área donde esta mujer
reina, se yerguen jóvenes cuyos talentos comienzan a empinarse:
Sexto Sentido con un trabajo armónico impresionante y el dúo
Angelisa, portador de ingenio y frescura. Que la mujer se abre paso
en el jazz, lo demostró también la vibrafonista Tamara Castañeda,
a la que Chucho regaló un blues servido a la medida de su
temperamento.
Pero si nos viéramos obligados a
escoger en medio de la vasta y rica velada la cota de mayor altura
en el movimiento vernáculo, no vacilaríamos en subrayar el
encuentro de cuatro flautistas de lujo, José Luis Cortés, Orlando
Maraca Valle, Javier Zalba y Germán Velasco con Chucho Valdés, aun
por encima del por sí respetabilísimo duelo de trompetistas
protagonizado por Basilio Márquez y Alexander Abreu.
Chucho y Cachita, hermanos en la vida y en el arte.
Entre los visitantes que honraron con
su presencia el Jazz Plaza, el brasileño Wagner Tiso y el argentino
Víctor Biglione, mediante el piano y la guitarra respectivamente,
se llevaron las palmas por el alto nivel de la improvisación sobre
estándares harto frecuentados, como A garota de Ipanema y Hojas
muertas. Contar con Tiso enalteció al festival, por lo que
representa un autor e intérprete que en las dos últimas décadas,
desde que trabajó con Milton Nascimento, se ha situado a la
vanguardia de la música popular contemporánea de su país.
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