Ataca el Gato Silvestre

Ortelio González Martínez

CIEGO DE ÁVILA.— Geoffry el Gato Silvestre parece que camina por el aire. Cuando ataca desde la media, su distancia favorita es letal. Posee el récord de 55 unidades para un partido de la Liga Superior de Baloncesto y ostenta otro performance de leyenda: de 12-12 en tiros de campo en un juego.

Foto: ARMANDO HERNANDEZSu figura de 2.01 metros de estatura y 100 kilogramos de peso se mueve con rapidez felina cuando le pone ritmo al ataque. Muchos lo consideran el mejor baloncestista cubano de la actualidad.

Con 25 años de edad, este pivot de la selección nacional, nacido en el norteño municipio avileño de Bolivia, tiene momentos para recordar: "La noche que hice los 55 puntos, en un partido entre Orientales y Centrales, equipo con el que jugué varias Ligas, tenía la `escopeta' endemoniada. En menos de seis minutos realicé varios contraataques y marqué 20 puntos. Todo me salía de maravilla.

"También recuerdo, con desagrado, el octavo lugar de nuestra selección nacional en los Juegos de Buena Voluntad de Brisbane'01 (Australia), donde fuimos últimos entre ocho equipos. Comprobé, sobre la cancha, que estamos bien alejados del primer nivel mundial.

"Existen la fuerza técnica, los jugadores, las condiciones que brinda el deporte revolucionario. Falta el roce internacional y enfrentar a la élite, si no del mundo, sí de áreas geográficas con tradición. Admirador de Sergio Tigre Ferrer e internacionalmente del argentino Ginóbili, el Gato Silvestre hace una fiesta interior en cada acción de encajar el balón en el aro, los donqueos del lenguaje deportivo: "Al público le gusta", dice a media risa. "Es como el nocao en el boxeo y el jonrón en la pelota".

Salido del molde de los prestigiosos entrenadores avileños, Rogelio del Sol (Pambo) y Omar García, quienes también pulieron a diamantes como Joan Luis Haití y Michael Guerra, Geoffry transitó por la escalera formadora de los mejores atletas cubanos.

"En la EIDE comenzó mi formación. Recuerdo la exigencia perenne de Pambo, quien no le gusta perder ni a los cuentos. `Estás cansado', me decía. `Sigue tirando de la media. Flota, flota, flooootaaaaa. Trata de mantenerte en el aire...' y soltaba una palabrota. Ahora me doy cuenta de que allí comenzó a nacer el Gato Silvestre."

Y retoma algunas interioridades del momento: "Haití, Michael y yo nos conocemos al dedillo. No necesitamos ni mirarnos para hacer determinada jugada, para saber qué quiere cada cual. Llevamos 11 años juntos en el equipo de Ciego de Ávila. Fuimos campeones juveniles y ahora aspiramos a discutir el primer lugar frente al conjunto que sea. Nuestro equipo puede. Nos gustaría darles esa satisfacción al pueblo avileño y, en lo particular, a mi pequeña Sheyly Cristie, de poco más de un mes de nacida".

El Gato debe sortear con sutileza las trampas de los contrarios. "Me preparo física y psicológicamente. A veces estoy tranquilo y en un momento... ¡zasss! Debo enfrentar siempre un marcaje férreo, en ocasiones doble, pero en el entrenamiento hago 200 ó 250 tiros al aro, y a veces más. La puntería se hace, no nace".

 

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