Un recuerdo sobre el Che

Cuarenta años después de su última visita a la Ciudad heroica, con motivo del 8vo. aniversario del alzamiento de Santiago

Aquel día de su última visita a Santiago de Cuba, el Che estaba contento. Hasta jaraneó con algunos compañeros.

Por la mañana llegó al aeropuerto y de ahí lo llevaron para una casa en el Reparto Vista Alegre. Pero allí estaba inquieto. Decía que quería estar junto al pueblo. Y solo se dio cuenta de que estaba bien cerca de él cuando abrieron una ventana y le mostraron a los santiagueros congregados allí, aunque fuera para mirarlo y saludarlo. Así fue. El Che queriendo estar con el pueblo y el pueblo deseando estar con el Che.

Fue el 30 de noviembre de 1964. Día de conmemoración patriótica en Santiago de Cuba.

Hubo que convencerlo de que el lugar del acto estaba muy lejos para ir a pie. Pero nadie pudo impedir que antes de llegar abandonara el carro y se confundiera con la gente.

En Santiago —dijo— él no necesitaba que lo cuidaran.

Su discurso fue memorable. Recordó a Frank, el heroísmo de los santiagueros y evocó los duros momentos de la lucha guerrillera, cuando desde esta ciudad el naciente Ejército Rebelde recibió el primer refuerzo.

El tono de su voz fue distinto cuando del recuerdo de las glorias vividas pasó a referirse a las glorias por forjar. Estar firmes y unidos para responder golpe por golpe y para construir en medio de la batalla. Tres consignas —así las llamó él— dejó ese día al pueblo de Santiago de Cuba: el trabajo creador día a día; La capacitación para hacer más fructífero el trabajo y el odio inextinguible al enemigo imperialista, que nos haga estar constantemente alertas y ser inflexibles en el cumplimiento de nuestro deber revolucionario.

Al hablar de ese modo, el pensamiento del Che trascendía fronteras.

Era necesario cumplir el deber sagrado de construir el socialismo en el país y ser ejemplo vivo para todos los pueblos del mundo.

Ese mismo día, en el mismo acto, fue inaugurado el Combinado Industrial 30 de Noviembre, para la producción de tornillos, tuercas, arandelas y cubiertos de mesa.

El Che —entonces Ministro de Industrias— habló de la nueva fábrica que proporcionaba empleo a 400 santiagueros, 200 de ellos residentes en el antiguo barrio marginal conocido por La Manzana de Gómez y para quienes la Revolución construyó un moderno reparto: el Nuevo Vista Alegre, como demostración de que los humildes tenían también el derecho a viviendas decorosas.

Fue esa la última vez que el Che estuvo en esta ciudad, por la cual expresó más de una vez su devoción.

30 de Noviembre de 1956
Entre fusiles y flores

 

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