ROMA, 17 de noviembre.— El
analfabetismo está aumentando en las zonas rurales de los países
en vías de desarrollo más que en las ciudades y en algunas de esas
naciones es hasta tres veces mayor, afirmó hoy en Roma John Monyo,
subdirector General de la FAO.
Monyo hizo estas manifestaciones
durante la reunión que han celebrado en la capital italiana
dirigentes de la FAO y de la UNESCO con más de un centenar de
organizaciones no gubernamentales, en la que han decidido poner en
marcha proyectos para potenciar la educación en las áreas rurales,
según EFE.
"La diferencia entre
analfabetismo urbano y rural está creciendo y, en muchos países,
el analfabetismo rural es dos o tres veces mayor que en las zonas
urbanas", declaró Monyo, que precisó que en todo el mundo la
gran mayoría de los 2 800 millones de personas que subsisten
con menos de dos dólares diarios viven en zonas rurales.
Monyo denunció que en muchas zonas
de Mozambique los niños de las escuelas no tienen libros y se ven
obligados a escribir en el suelo, a la vez que los maestros escriben
en viejas pizarras con yuca seca.
El representante de la FAO agregó
que en el último decenio las zonas rurales de muchos países del
Tercer Mundo apenas si han registrado un mínimo desarrollo
económico y las presiones demográficas siguen poniendo en peligro
los recursos agrícolas y el medio ambiente.
Todo ello influye en la educación de
los niños y en la calidad de la misma, añadió Monyo.
La FAO destacó también que el
analfabetismo está aumentando en el mundo desarrollado y que ello
se ve en la "incapacidad cada vez más de agricultores" de
leer las instrucciones de una bolsa de fertilizantes o las
advertencias del envase de plaguicidas.
"Sin educación básica la
población rural no puede incrementar su productividad, adoptar
mejores tecnologías ni mejorar sus medios de subsistencia"
declaró Lavinia Gasperini, experta de la FAO, que asistió a la
reunión.
Todas las partes presentes decidieron
fortalecer su cooperación para atender las necesidades básicas
educativas de la población rural de los países subdesarrollados y
las ONG pondrán en marcha campañas para concienciar a las
administraciones públicas de las naciones desarrolladas de la
necesidad de tomar medidas para afrontar el problema.