Tierra de esperanzas
GERARDO GONZÁLEZ
QUESADA
MANATÍ,
Las Tunas.— Las primeras sombras de la noche envuelven al poblado.
Es el 28 de noviembre de 1947. Frente al viejo correo, la tribuna
lista para comenzar el acto sindical.
Un pequeño coche-motor
detiene su marcha y un hombre alto de piel negra, vestido de
guayabera y pantalón blancos, avanza con paso largo y firme hacia
el lugar.
¿Quién es?, preguntan
algunos. La respuesta no se hace esperar. Es Jesús Menéndez y
viene para orientarnos cómo tenemos que defender el Diferencial
Azucarero y enfrentar a la patronal.
Casi inmediatamente se
escuchan varios disparos, vienen de la parte trasera de una de las
chimeneas del central y de la zona del viejo hotel. El General de
las Cañas echa mano a la pistola que tiene y se dispone a repeler
la agresión, pero camina hacia el micrófono, y afirma: Las mujeres
que están en este acto tienen más coraje que los traidores que
dispararon desde la oscuridad.
Mujalistas y matones a
sueldo del clan Rionda, dueños entonces de la Manatí Sugar
Company, quisieron intimidar al valeroso líder y boicotear el mitin
obrero.
El propio Jesús
Menéndez, días después, declaró en el periódico Hoy: "Los
hombres y las mujeres de Manatí se lanzaron a rodear la tribuna, a
protegerla con sus cuerpos proletarios y a gritar ¡asesinos!
¡asesinos! Fue un espectáculo emocionante, ver a todo aquel
gentío levantar los puños, en señal de aceptar el combate".
Ese solo episodio
bastaría para reconocer la estirpe luchadora de los pobladores del
actual municipio de Manatí, enclavado al Norte de esta oriental
provincia, donde llanos, bosques, ríos, costas y playas atesoran
una rica historia fundacional y patriótica.
Con 945,3 kilómetros
cuadrados de extensión, la actividad económica en esta zona se
inició en los años cuarenta del siglo XIX con la explotación de
una mina de cobre, el comercio de la madera y la ganadería.
Ya para 1857 se
introduce el cultivo de la caña de azúcar con la construcción del
ingenio Vista Hermosa, destruido por fuerzas mambisas en la
contienda de 1868.
Testigos excepcionales
fueron sus montes, también de la Guerra de 1895 y de la última y
definitiva lucha por la independencia, y después del triunfo, del
aniquilamiento de las bandas contrarrevolucionarias que operaron en
la zona.
Hacia 1911 comenzó la
penetración del capital yanki, que se apropió de las mejores
tierras e inició los trabajos constructivos del central que en 1914
realizó su primera zafra.
Hasta el año 2000 fue
el azúcar el principal rubro del territorio, pero la política de
bloqueo económico, financiero y comercial que hace más de 40 años
el Gobierno yanki le impone a nuestro pueblo, obligó a la
paralización de esta industria y al cambio de su objeto social.
Hoy más de 2 000
hombres y mujeres participan en la Tarea Álvaro Reynoso y tienen el
estudio como empleo en diferentes niveles de enseñanza, en tanto
nuevas unidades agropecuarias se yerguen en su geografía.
Aunque castigados
duramente por la intensa sequía de los últimos 10 años (solo
registran el 16% de las precipitaciones de su media histórica anual
y dos de sus tres embalses están secos), los manatienses siguen
enfrentando los avatares de la naturaleza.
Los más de 32 000
habitantes forjan la vida en los 344 objetivos económicos y
sociales existentes, en una zona donde seis de cada 10 personas
están en edad laboral.
Como todos los
territorios cubanos, Manatí vino de menos a más con la aurora de
Enero de 1959. Empleo seguro, dignidad enaltecida, desarrollo
agropecuario, escuelas, sedes universitarias, salas de televisión y
video, servicios de salud y avances en la cultura hacen de su
entorno una tierra llena de esperanzas. |