Recibe Fabelo el Premio Nacional de Artes Plásticas 2004

Convidados por el genio y la poesía

ANDRÉS D. ABREU

Nadie deberá decir jamás que la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes es un espacio pequeño luego de que tanta grandeza se reuniera ayer sobre su escenario, cuando en uno de los acontecimientos más emotivos que se recordará dentro del panorama de la cultura nacional el dibujante, pintor, grabador y escultor Roberto Fabelo recibió de manos del ministro de Cultura Abel Prieto y de Rafael Acosta de Arriba, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, el diploma y la pieza escultórica que lo acreditan como Premio Nacional de Artes Plásticas 2004.

Foto:JOSÉ MANUEL CORREATras la lectura del acta del jurado, Eusebio Leal, historiador de La Ciudad, tuvo a su cargo las palabras de elogio a un gran artista que "todavía con firmeza y poder levantaba el pincel para ejercer el don y el oficio". Por su parte, Fabelo, quien compartió la alegría con su esposa Suyú y su hijo Gabriel, agradeció el alto reconocimiento destacando el hecho de ser el primer alumno de las Escuelas de Arte creadas por la Revolución que lo recibía, así como la pasión que siente por su país, por su cultura, su trabajo y la independencia creativa, su respeto a la solidaridad y la fraternidad.

Un poema de Pablo Armando Fernández, obras de los artistas Adigio Benítez (también expresó sentidas palabras) y Arturo Montoto fueron otros de los regalos recibidos por el homenajeado, en un acto al que también asistió Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado.

Luego se produjo el estupendo acontecimiento musical de ver transitar por la escena a los trovadores y amigos del artista: Pablo Milanés, Carlos Varela y Silvio Rodríguez, quienes en sus respectivas canciones hicieron vibrar cuerdas muy sensibles desde preciados temas como Yolanda, Grafitti de amor, Siete, Rabo de Nube y Del sueño a la poesía, y una obra que Pablo compuso especialmente para celebrar el merecido premio al querido Fabelo.

AUTORRETRATO INCONCLUSO

Un día antes a la entrega del premio, Fabelo accedió a entregarnos, en exclusiva para Granma, su propia visión de su obra en una entrevista que de mutuo acuerdo decidimos llamar Autorretrato inconcluso.

Fabelo no ve a su obra como un programa que se ha cumplido estrictamente porque si algo en el arte también es importante es el azar, lo insólito y el accidente. Para él ser artista es un constante fluir de sus experiencias vitales, alguien que resume como una fruta sus lecturas, prácticas, técnicas y vivencias, pero con la responsabilidad de orientar e inducir esos procesos, lo que implica un ejercicio menos espiritual y más de tipo intelectual que conlleva informarse y contrastar su trabajo, reciclar ideas.

"Yo creo que el mejor autorretrato que puede haber de uno es la propia obra, la mía está en tránsito o evolución hacia nuevas cosas, por eso mi autorretrato aún está inconcluso", expresó.

Aún no sabe como, pero Fabelo persiste en la intención de sobrepasar ese alto punto que significó la muestra Fabelo un poco de mí. Hasta su propia sangre está dispuesto a utilizar en la exposición que como Premio Nacional de Artes Plásticas debe presentar el próximo año en el Museo Nacional de Bellas Artes. Un peldaño más de su evolución que le exige meterse en caminos difíciles para seguir armando ese autorretrato que quisiera colgar en la histórica galería del arte cubano junto a la imagen de Antonia Eiriz.

 

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