Un remedio con jorobas
LOURDES PÉREZ
NAVARRO
Gigantes de 17 metros de
longitud y aproximadamente 30 toneladas de peso irrumpieron hace 10
años en las calles de La Habana. De inmediato el gracejo popular
les dio un nombre: "camellos".
En 10 años los
"camellos"
han transportado a más de 839 millones de pasajeros en cerca
de tres millones de viajes.
Con su apariencia
cercana a la de los mamíferos rumiantes oriundos del Asia Central,
aparecieron primero en Alamar, municipio de La Habana del Este, y
rápidamente se extendieron hasta completar las siete líneas que
unen las principales zonas de la provincia, como un remedio para
satisfacer, al menos parcialmente, la demanda diaria de transporte
de más de dos millones de personas, rememora el ingeniero Néstor
Alonso Rodríguez, director de Calidad de METROBÚS, empresa
encargada de operarlos.
Sus "padres" fueron la
Oficina Nacional de Diseño Industrial —creadora de la imagen, la
información en el interior del vehículo, los colores que
distinguen las líneas y el uniforme de los trabajadores— y la
Empresa Industrial Guanabo, perteneciente al Ministerio de la
Industria Sideromecánica, en la que se fabrican y reparan, y donde
labora el ingeniero Alfredo Muñoz, autor del técnicamente llamado
trenbús.
METROBÚS cuenta
actualmente con 150 equipos, de los cuales más de 70 han sido
sometidos a reparación capital que incluye, entre otros aspectos,
revestimiento de puertas, sustitución del piso por otro metálico
corrugado, nuevos asientos y mayor número de ventanillas y
escotillas en el techo para mejorar la ventilación.
Cada día más de 160
000 personas se mueven en "camellos" de un punto a otro de la
ciudad, gracias al esfuerzo de los 1 500 trabajadores de la empresa
operadora, autofinanciada desde 1998. En estos 10 años han sido
transportados 839 millones de pasajeros en cerca de 3 millones de
viajes por este medio.
Edel, Ramón y Carlos reparan un
equipo para ponerlo pronto en servicio.
Además de pasajeros,
explica el ingeniero Alonso, transportamos cargas. De esto último
se ocupa Transmetro División Carga, que ha ganado prestigio en la
actividad, sobre todo en el puerto. Para desarrollar esta modalidad
utilizamos la infraestructura existente: iguales tipos de camiones y
los mismos choferes, mecánicos y personal de dirección de las
terminales. Con las ganancias podemos asegurar la continuidad de
nuestros servicios a la población.
A pesar de las
incomodidades que sufrimos sus usuarios, los "camellos", con sus
altas y bajas, han mantenido un servicio estable. Aunque algunos
piensan que destrozan el pavimento, no es así. Según estudios
realizados por la Dirección de Vialidad del Ministerio del
Transporte, transitan normalmente a 40 ó 50 kilómetros de
velocidad, y su peso total se distribuye entre los dos ejes traseros
y los dos del camión, por lo que cada uno soporta una carga de
menos de 10 toneladas, es decir, dentro de los parámetros
aceptados.
Lo que sí constituye un
problema debido al bloqueo es la adquisición de piezas de repuesto
y de las cuñas o camiones, de fabricación estadounidense.
A veces, explica Néstor
Alonso, pactamos la compra de algunas cuñas y se demoran
extremadamente por las maniobras que nos vemos obligados a hacer por
medio de terceros países y de intermediarios; los mismos
proveedores desconocen en qué fecha pueden llegar e igual sucede
con las piezas de repuesto.
Pese a esto luchamos por
mantener el servicio, agrega. Recientemente siete ómnibus
articulados de uso, comprados en Europa, se incorporaron a la línea
M-5 (San Agustín - Vedado), y adquirimos 12 cuñas nuevas: seis
para sustituir equipos con muchos años de explotación en las
terminales de Alamar y Mulgoba, y el resto para Transmetro División
Carga.
NO DETENER EL
SERVICIO
En el Depósito de
METROBUS de Alberro, cabecera de la línea M-7 (Cotorro - Parque de
la Fraternidad), puede apreciarse el esfuerzo por mantener a los "camellos"
prestando servicios diariamente, desde las cuatro de la madrugada
hasta pasada la medianoche.
Nuestros trabajadores
tienen un gran sentido de pertenencia, refiere Silvestre José
Alfonso Pérez, director y fundador de la entidad. Por eso hemos
ganado la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato de
Trabajadores del Transporte por octava ocasión, y hacemos cosas aun
sin los recursos necesarios, como innovaciones en piezas de repuesto
y herramientas.
Los mecánicos, subraya,
estaban acostumbrados a reparar guaguas, no camiones. No teníamos
las herramientas apropiadas, pero se decidieron a fabricarlas. Todo
se ha hecho sobre la marcha, por lo que solo se ha parado un carro
por falta de alguna pieza cuando no hemos podido inventarla.
De esto da fe el
ingeniero mecánico Edel Alfonso Rodríguez, un joven a quien sus
compañeros llaman La Ciencia. "Lo mismo hace trabajo de
chapistería, que de tornería, pintura, electricidad... No hay cosa
que se le pida que no haga", dicen de él el tornero Carlos Espinosa
y el mecánico Ramón Brito.
A este trío lo
encontramos reparando una válvula de la caja de velocidad,
encargada de distribuir el aire. "Hay que comprarla en Canadá y se
demora más de tres meses en llegar. A veces no encontramos quién
la ofrezca y por eso tenemos que luchar por recuperarla; no podemos
paralizar el carro", asegura Edel.
Con esa misma
perspectiva trabajan otros compañeros en el taller, lo que explica
la satisfacción del ingeniero Jorge Vaillant, presidente de la
Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores del centro,
al hablar del Premio Relevante y de las tres menciones obtenidas en
el recién celebrado Fórum de Ciencia y Técnica municipal; allí
presentaron trabajos dirigidos a mejorar la calidad del servicio, al
ahorro de recursos y a la recuperación de equipos y piezas de
repuesto.
Con esa manera de hacer
las cosas, se comprende que el Depósito de METROBÚS Alberro ha
cumplido a estas alturas sus planes de viajes, transportación de
pasajeros y recaudación de este año, y que sea ejemplo del diario
y callado esfuerzo por mantener rodando a esos gigantes con jorobas
que para la deteriorada salud del transporte público de pasajeros
en la capital son un remedio que alivia. |