Prats en Ginebra, y el recuerdo de Carpentier en el París
de 1977
PEDRO DE LA HOZ
Aunque
parezca una frase hecha, fue real: Ginebra se rindió este octubre a
los pies de Jorge Luis Prats. En la sede de las Naciones Unidas de esa
ciudad suiza, al conjuro del Día de la Cultura Cubana, nuestro
pianista, quien a lo largo de más de dos décadas ha cimentado una
argumentada fama en el más exigente circuito internacional de las
músicas de concierto, dio muestras de su extraordinario talento y
abarcadora visión artística, desde la fineza con que sabe transmitir
los valores identitarios de las danzas de Cervantes hasta las llamas
románticas de Liszt y Schumann.
Tan
hondo calado, arropado a su vez por una exposición de obras de los
pintores Agustín Bejarano y Moisés Finalé, motivó al presidente
del Comité de Cultura de la ONU, Pierre Leloarer, a solicitar de Cuba
el próximo año un nuevo evento de esta magnitud.
Del alcance del pianismo
de Prats fuimos recientes testigos de la concienzuda manera con que se
preparó para entregar en ese y otros escenarios la Sonata, de
Liszt. En medio de la oscuridad que siguió al paso de Charley, el
huracán leñador, asistimos a una lección magistral sobre el engarce
entre las motivaciones emocionales que plasmó el compositor húngaro
en la obra y las espinosas dificultades técnicas de la
interpretación. Primero Prats pasó toda la partitura y después se
detuvo en cada pasaje, desmenuzándolo frase a frase, para recomponer
finalmente los segmentos con envidiable organicidad.
En esa jornada expresó lo
que otras veces le hemos escuchado decir: "Todo está en la partitura,
lo esencial es descubrirlo y ponerlo a disposición de la sensibilidad
del auditorio".
Al conocer el rutilante
éxito de Ginebra, no pude menos que evocar el triunfo de Jorge Luis
en París, en junio de 1977: el prestigioso premio Marguerite Long y
otros lauros más. Y nada mejor que las palabras de quien fue testigo
ejemplar de aquella iniciación, Alejo Carpentier. El novelista,
músico y musicólogo escribió en las páginas de nuestro diario: "Pianista
fenomenal. Esa es la expresión unánime de una crítica que,
desde el primer momento, ha estado tan unánime como el jurado en
hacer el elogio de nuestro compatriota (...) Es un representante
magnífico de la primera generación artística revolucionaria que
empieza a dar ahora frutos de tal calidad, en un ambiente donde el
hombre joven encuentra, desde que se manifiesta su vocación, todos
los estímulos y apoyos necesarios al desarrollo y afirmación de su
personalidad".
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