Hombres del humedal
JORGE LUIS MERENCIO
CAUTÍN
FOTOS: JORGE GONZÁLEZ SÁNCHEZ
CAIMANERA.— Hombres de
piel curtida por el sol y el salitre protagonizan en áreas
aledañas a este marino poblado de la provincia de Guantánamo una
de las acciones más benefactoras de la floresta: el fomento
acelerado del mangle en el litoral.
Unas 150 hectáreas de mangle han sembrado o reconstruido en el último lustro estos abnegados trabajadores.
El desempeño de 13
trabajadores de la Unidad de Manejo Forestal de Caimanera,
perteneciente a la Empresa Forestal Guantánamo, ha propiciado que
en los últimos cinco años se hayan plantado o reconstruido con esa
especie alrededor de 150 hectáreas de bosque.
La entrega del colectivo
a una faena tan dura, pero de reconocida importancia económica en
la protección del litoral, lo premia con una supervivencia en las
plantaciones de más del 95%, altísima si se valora que la siembra
es directa, es decir, sin que las semillas y posturas se hayan
desarrollado en vivero.
Esos resultados se
sustentan en el adecuado manejo silvícola, particularmente en este
caso, en la calidad de las simientes y las posturas usadas, y en la
construcción de zanjas de drenaje para que nunca les falte agua a
las plantaciones.
La siembra y atención
del mangle son tareas exigentes, propias de hombres fuertes y
decididos, pues se realizan en medio del humedal. Agua, fango, sol
ardiente y salitre acompañan casi permanentemente a estos
protectores del entorno.
El tributo ellos lo
palpan en la extraordinaria importancia de los manglares, en sus
ingresos personales (exceden los 400 pesos al mes) y en su prestigio
como integrantes de un colectivo Vanguardia Nacional del Sindicato
de Trabajadores Agropecuarios y Forestales (SNTAF).
La estrategia de fomento
de esta especie, explica Ángela Navarro, especialista del Servicio
Estatal Forestal en Caimanera, favorece la siembra del mangle rojo,
por su mejor desarrollo en zonas de inundación permanente, aunque
también —aclara— plantamos mangle negro y blanco.
BARRERAS Y RIQUEZAS
Los manglares
constituyen formidables barreras protectoras de las costas frente a
los huracanes y tormentas tropicales; zonas de producción, refugio
y alimentación de especies marinas como el cangrejo y el ostión, y
sitios de anidación y resguardo de aves residentes y migratorias.
Ángel González Bello, el más destacado
de los reforestadores.
También son fuentes de
productos de valor económico (madera, sustancias medicinales y
curtientes) y regiones empleadas en cultivos acuícolas como la
camaronicultura.
Los ecosistemas de
mangle son vegetaciones arbóreas localizadas en áreas aledañas al
litoral, donde colonizan, principalmente, la desembocadura de los
ríos, lagunas costeras y esteros en el llamado ecotono, es decir,
en la zona de contacto entre el medio acuático y el terrestre.
Especie casi única
capaz de sobrevivir en el agua salada, el mangle elimina la sal a
través de la transpiración de sus hojas.
Esta peculiaridad
convierte al mangle en un laboratorio vegetal hundido en el agua
salada, en un sistema destilador que no emplea más combustible que
los rayos del Sol.
En contraste con la
siembra de mangle en Caimanera, en diversas regiones del mundo esta
especie disminuye dramáticamente como consecuencia de su tala
indiscriminada para la producción de carbón, los proyectos de
ingeniería costera, la agricultura y la contaminación.
Mientras en Honduras se
extraen anualmente 120 000 metros cúbicos de mangle para su uso
como leña, en Panamá, principal abastecedor de taninos para
América Latina, se obtienen 400 toneladas de ese renglón por año,
de ahí que la mitad de sus manglares hayan desaparecido en las
últimas tres décadas. |