Un Rizo sobre el rostro de la décima

Antonio Paneque Brizuela

MADRUGA.— Ocho décadas haciendo décimas constituyen el mejor octosílabo de Rigoberto Rizo. Repentista de los grandes, ver ahora improvisando sobre el escenario de esta localidad habanera a un hombre cuyo primer verso fue la niñez, asombraría más si no fuera por esos bisnietos suyos, competitivos, continuadores, uno de ellos, Ahmed, con cinco años de edad, siguiéndole al bisabuelo el trillo de la rima para tal vez superarlo al final de la cuarteta.

Esto es cosa que solo se da en familia de poetas. Y en ellas, el legado, la herencia improvisadora, se le trata de descubrir bien pronto al niño...si la hay...y si el antecesor componía bien. "Pues no estoy cantando yo / el que está cantando es él", como dice Yuniel, otro bisnieto de Rizo.

Pero no son estos niños los únicos que van tras la huella del experimentado diestro por los atajos de la métrica. En esta canturía una verdadera delegación de la música campesina ha venido desde la capital a celebrarle el cumpleaños 87 al Saltarín de Madruga, nombre con que Rizo ha quedado asentado en los registros de la improvisación.

Rizo nos recuerda a aquellos otros virtuosos que habitaron una época de parecido estilo: Chanito Isidrón, Justo Vega. Un tipo de "repentista nato" que desactiva rápido a cualquier contrario.

Así, varias generaciones unificadoras de la décima y el punto guajiro van pasando por el estrado de la Casa de la Cultura José Urfé: junto a varios madruguenses, desfilan Vitalia Figueroa, Ángel García, Irán Fundora, Yunier Piloto, Cecilio Pérez (Guanbán), Marisol Guillama, Raciel Pacheco, hasta llegar a la pareja más experimentada: Rigoberto Rizo y Adolfo Alfonso.

Ovacionados ambos, brillante todavía Rizo, desafiador, nos encontramos a un Alfonso que, con su "pasta" habitual, afronta la avalancha, también él veloz, ingenioso, conciliador, de contrapartida a veces, otras estimulando al feroz diestro, provocándolo, hasta llegar "el retador" a una nostálgica décima, generacional, que escuchamos más o menos así:

"En aquella juventud / que nosotros compartimos / a la décima le dimos / un destello de salud / llevados por la inquietud / éramos muchachos locos. / Se han apagado los focos / en las calles de la nada / porque de aquella morada / ya vamos quedando pocos."

 

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