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Omar Turro
Voluntad para el reto
Coto
Wong
enviado especial
ATENAS.—
El guantanamero Omar Turro, veterano de mil campañas, fue en un
momento algo así como el "hombre orquesta" del atletismo cubano
discapacitado, en el mejor sentido de la frase.
Titular
paralímpico en dos versiones de los Juegos: Barcelona'92 y
Atlanta'96, se encuentra en Atenas para saldar una vieja cuenta con
el calendario y con él mismo.
La ausencia en Sydney'00
le produjo una infinita tristeza porque le rompió una racha
vencedora que le hubiera podido reservar, junto al saltador Enrique
Cepeda, un espacio en las páginas doradas de la más importante
reunión para los atletas discapacitados en el mundo, con su tercera
participación y quizá algunos títulos de más en esa cita.
De los XII Juegos de
Atenas espera una medalla de cualquier color en los 400 metros,
distancia en la que más ha trabajado en los últimos días. Primero
en la pista del Club Panelinios, en el centro de esta ciudad, y
ahora en una cercana a la Villa Olímpica.
A solo cuatro días del
comienzo de la edición 2004, Turro conversó con Granma y
contó lo siguiente:
"Es
la tercera ocasión en que participaré en unos Juegos
Paralímpicos. En Barcelona obtuve medalla de oro en 200 metros
planos, con récords mundial y paralímpico, gané la de bronce en
400 lisos con igual cosecha de cotas en semifinales y en los 100 fui
subcampeón.
"En
Atlanta finalicé con dos metales dorados; uno en 400 y otro en 200,
rompiendo tres veces el récord paralímpico en esa última
modalidad y en dos ocasiones el del orbe.
"El
problema de la visión me frustró mucho. Yo quería estudiar
Ingeniería Civil. Me había ganado la beca, cuando el médico me
dijo que no debía estudiarla porque mi enfermedad visual avanzaba
muy rápidamente. Eso fue duro. La vida me estaba premiando con un
golpe bajo, pero pude finalizar mis estudios de técnico de nivel
medio en prefabricado y productos de hormigón. Como tal solo
trabajé tres meses, pues ya no podía leer los catálogos ni hacer
nada.
"Luego
fui ayudante de la construcción, mensajero de un sectorial de la
Construcción, en fin... Me sentí muy mal en lo personal. Siempre
deseé ser una gente útil a la sociedad, pero mi enfermedad visual
acabó con todo aquello. Fueron años de una incertidumbre absoluta
que ni yo mismo comprendía muy bien. Las ventanas del futuro
estaban oscuras para mí.
"A
mi hermano, que ya estaba ciego, le debo la vida. El fue quien me
acercó a la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales para
que pudiera palpar lo que allí hacían las personas como yo,
incluso ciegos totales.
"En
1988 decidí entrenar. Había conocido al abogado Jorge Jay,
campeón mundial de salto largo en la actualidad y me embullé. Supe
entonces que el deporte me ayudaría a pensar de otra manera. Así
que en el horario de almuerzo, de 12:00 m. a 2:00 p.m., cogía mi
paquetico de cartas, un short viejo y unos tenis y me iba a la
pista.
"Me
ayudó mucho un muchacho que había sido atleta y estudiaba
licenciatura en Cultura Física; él me hizo un plan de
entrenamiento. Todo el mundo pensaba que yo estaba loco porque cada
vez que pasaba cerca de un grupo de personas escuchaba ese
comentario: `Mira, ese tiene que estar loco, arrebatado', decían.
"En
1989 fui al campeonato nacional, en Manzanillo y obtuve cuatro
medallas de oro. Corrí en un mismo día los 200, 400 y 800 metros
planos. Al siguiente formé parte del equipo de 4x400 de mi
provincia que ganó la primera plaza.
"Me
incluyeron en la preselección nacional. Ese mismo año viajamos a
Venezuela a un torneo latinoamericano donde tomé parte en nueve
eventos. En aquella época recuerdo que se medía la integralidad y
me inscribieron para correr desde los 100 hasta los 5 000 metros,
los dos relevos 4x100 y 4x400, y el salto de altura. Gané seis
medallas de oro y tres de plata.
"En
1991 fui a peritaje médico. Me retiraron por la visión. Desde esa
fecha me dedico íntegramente al deporte. Fui ese año a Argentina y
obtuve 10 de oro y una de bronce e integré los relevos de natación
4x50 y 4x100. Era lo que se llamaba un atleta integral.
"Cuando
entreno lo hago con disciplina y voluntad. Sé la responsabilidad
que tenemos porque en un momento determinado somos Cuba cada uno de
nosotros y representamos a 11 millones de compatriotas. Cuando uno
se para en un bloque de arrancada de unos paralímpicos, mundiales o
panamericanos, uno sabe en ese momento que allá están anhelando un
buen resultado.
"El
deporte actuó en mi de manera positiva. También le debo el
reconocimiento del pueblo. El problema de la visión me afectó
mucho. Por el día me ponía unos espejuelos y tenía una vida
normal. Sobre las 5:30 p.m. o las 6:00 p.m., el cambio era terrible,
me convertía en un ciego total, porque de día puedo ver, pero en
la noche, o en un pasillo en penumbra, ya mi visión se pierde
totalmente. Sufría una transformación de débil visual a ciego
constantemente. Nunca quería que llegara la noche.
"Estamos
conformes con lo que ha representado el deporte para nosotros. Le
damos las gracias al Estado cubano por todo el esfuerzo que ha hecho
y hace para que las personas con discapacidad, visual,
físico-motora y auditiva, tengan un lugar destacado en nuestra
sociedad." |