Entre un mar de batas blancas

LOURDES PÉREZ NAVARRO

Aunque el cine teatro Astral, enclavado en pleno corazón de la capital, ha sido testigo de innumerables actos, en la noche del sábado vivió una singular emoción. Sus butacas fueron invadidas por un ejército de batas blancas.

Foto: JUVENAL BALÁNDe izquierda a derecha 
Jorge Enrique, Aileen y 
detrás de Fidel, Suley. 

Setecientos noventa y siete jóvenes de la Escuela de Formación Emergente de Enfermería República de Panamá, del municipio de Cotorro, vieron sus sueños hechos realidad. Tras dos años de estudios y prácticas en hospitales y policlínicos, donde las salas de Salud se convirtieron en aulas, y experimentados médicos y técnicos devinieron profesores, finalmente se graduaron de enfermeros.

A la alegría que los embargaba por alcanzar la meta anhelada, sumaron una muy añorada: el abrazo de Fidel, sus palabras de felicitación y ver en sus ojos el orgullo que siente por esta juventud que se agiganta y protagoniza cada tarea de la Revolución.

Aquello de que la enfermería es oficio de mujeres no pasa de ser un tabú. Bastó con echar un vistazo sobre aquel mar blanco para asegurarnos de que cerca de la mitad son varones. Uno de ellos, Jorge Enrique Aguiar Pérez, aseguró que hay excelentes enfermeras igual que magníficos enfermeros. "Lo importante es cómo se desempeñen en el oficio; las dosis de amor, abnegación y sabiduría que sepan poner en ello".

Este capitalino de 17 años de edad confesó a Granma sentirse muy orgulloso de haber elegido esta profesión y ser partícipe de un programa de la Batalla de Ideas. El enfermero, dijo, es un educador por excelencia, es humanidad, salud, amor, es alguien que a diario se enfrenta con la muerte y aprende a valorar cada vez más a la vida.

De esto empezó a darse cuenta cuando funcionarios de Educación y Salud Pública pasaron por el preuniversitario Comandancia de La Plata, en Güira de Melena, captando estudiantes para el curso emergente de Enfermería. "Siempre he querido ser médico y pensé que podría demorar unos años este anhelo y servir de inmediato a la Revolución".

"Mi familia respetó mi decisión y me apoyaron mucho, sobre todo mis padres y mi abuela. Con el tiempo, y viendo lo bien que me iba, otros amigos se incorporaron también a cursos de este tipo."

Como se dice en buen cubano, Jorge Enrique "se puso las botas". Tanto se esmeró que resultó ser uno de los 13 graduados integrales, seleccionado de entre los 27 que obtuvieron Título de Honor.

Suley Muñoz y Aileen Alfonso también integran este grupo. Para la primera es este el gran sueño de su vida; "desde pequeña anhelaba ser médico o enfermera, y hoy que ya lo soy no me detendré hasta ser licenciada en Enfermería".

Aileen estudiaba para técnico medio en Contabilidad, pero "aproveché esta oportunidad y cambié de carrera. Créame, con esto no hice más que cumplir un viejo deseo porque me gusta todo lo relacionado con la Medicina, particularmente la cirugía, aún más después que me operaron de apendicitis y me di cuenta del papel de los trabajadores de la Salud. Nunca pensé que la enfermería fuera tan bella".

Los tres jóvenes aseguran que la mayor satisfacción es ver a un paciente recuperarse y la misión más importante tratarlos a él y a sus familiares con mucho amor y respeto, y brindarles apoyo psicológico, que es también salud.

Desde ya los hospitales y policlínicos de la capital reciben a estos jóvenes enfermeros que pondrán sus conocimientos y valores humanos al servicio de su pueblo.

 

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