I Festival Internacional del Audiovisual para la Niñez y la Adolescencia

Walter Tournier o la constancia de una iluminación

PEDRO DE LA HOZ

Entre los animadores que se dan cita esta semana en La Habana, con motivo del Primer Festival Internacional del Audiovisual para la Niñez y la Adolescencia, hay pleno consenso en cuanto al destaque particular que merece la obra del uruguayo Walter Tournier.

Dedicarle un homenaje a su filmografía marca la pauta de una imaginación consecuente con la defensa de la niñez latinoamericana y de los valores de la historia de la región.

Navidad caribeña (2001).

En varias ocasiones La Habana ha sido testigo de esta vocación humanista de Tournier, asiduo participante en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, donde conquistó dos veces el Gran Premio Coral en Animación —El cóndor y el zorro y Nuestro pequeño paraíso— y un segundo premio con la muy aplaudida y original cinta Navidad caribeña.

Este 2004 Tournier cumple 60 años de edad y 35 de descubrir en el cine una urgencia expresiva. Figuró entre los fundadores de la célebre Cinemateca del Tercer Mundo en Montevideo, experiencia de difusión cultural que terminó perseguida por el régimen represivo-militar uruguayo. En su seno realizó su primer corto, En la selva hay mucho por hacer. Tuvo que emigrar a Perú por razones políticas; y fue en ese país que perfiló definitivamente su estilo y el dominio de la técnica. De regreso a Uruguay insufló vida al taller Imágenes, en el que trabajó con niños abocados a la nueva situación política del país. Ello se vio reflejado en Los escondites del sol.

Una de las máximas de Tournier pasa por la vocación que tengamos para "transmitir nuestras historias honestamente, el contexto viene después" . Como a casi todos los animadores insertos en la realidad de economías subdesarrolladas, muestra preocupación por los recursos tecnológicos. Al respecto ha declarado: "Hay cosas que no puedo hacer, simplemente porque no tengo esas técnicas; uso papel, plastilina y barro para transmitir lo que tengo"

Sin embargo, su principal insistencia pasa por la capacidad creativa de los artistas del continente para superar tales obstáculos: "No es poco lo que podemos hacer si tenemos buenas historias para contar".

Esa buenas historias nutren su filmografía. Entre los más recientes ejemplos se halla A pesar de todo, un corto realizado el año pasado, multipremiado en el XXX Festival Internacional de Cine de Bahía, Brasil, en el que se apuesta por la esperanza en la creatividad humana por encima de las señales contemporáneas de destrucción y muerte.

 

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