Paisano con Ángel

PEDRO DE LA HOZ

Este Ángel, del que escribo ahora, nada tiene que envidiar a los buenos demonios, esos que se meten en la sangre de la canción. Se define, modestamente, como "un cubanito con guayabera", aunque nunca lo he visto lucir esa prenda en los treinta años de conocernos. Es —estoy seguro sin un quizás, porque estoy seguro de ello y tengo argumentos para sustentarlo— uno de los compositores más consistentes de la Nueva Trova. En todo caso, a falta de la credencial de la popularidad, ostenta la de la singularidad. De ello dio fe, con creces, en el concierto auspiciado el último fin de semana por el Centro Pablo de la Torriente Brau, en su espacio A guitarra limpia.

Ángel Quintero no puede desprenderse de su canción himno, Solamente una ventana. La hizo popular, en los ochenta, el grupo Moncada, y marcó una época. Pero Angelito es mucho más que una canción. Hay que escuchar sus boleros, verosímiles y paródicos al mismo tiempo, impregnados por el eco de la victrola que conoció por referencia y el añejo candor de la trova.

Hacedor de sones, muy bien pudieran muchos intérpretes acercarse a estos para hallar una salida a los tópicos. Los sones de Ángel Quintero se parecen a sí mismo: radiantes y oportunos, sustanciados en la mejor tradición y aventurados hacia el aire fresco de su edad. Recomendable, por citar un ejemplo, el tema Pitágoras, para que cualquier formación salsera eleve la gracia furiosa del ritmo al fuego de un planteamiento visceral.

También el trovador ha sabido pintar el drama humano de sus contemporáneos. El Panga quedará como el retrato comprometido con el más profundo humanismo y las más lacerantes verdades de un hombre de los tantos cubanos que en África contribuyó a despejar el futuro del Cono Sur de ese continente.

Ángel recibió ese día la Distinción por la Cultura Nacional. La recibió, de manos del poeta Víctor Casaus, como una deuda contraída por él mismo, es decir, con los ojos puestos hacia lo que inventará para cantar mañana, ya sea con los sabios repiques de Rodolfo Valdés Terry, el percusionista eficaz que nunca le ha faltado, o en la voz de otros cantores, que debieran estar ávidos de lo que un compositor de puntería les pudiera proporcionar.

 

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