Más de medio siglo ha transcurrido y el momento
conserva toda la emoción de aquella madrugada, cuando el 26 de
julio de 1953, a las 05:15 horas, un grupo de jóvenes, con Fidel
Castro al frente, entró en la historia.
Este lunes, a la misma hora de hace 51 años,
retumbaron en los muros de la antigua fortaleza del Moncada, en
Santiago de Cuba, los nombres venerados de los caídos por la
Patria.
Los muros siguen iguales, como mudos testigos del
paso de la historia. Pero entre estos ya no hay soldados del tirano
Batista, sino flores, libros, aulas, y niños con sus maestros,
porque la Revolución triunfante en 1959, convirtió el cuartel en
escuela.
La ciudad tampoco durmió esta madrugada, en medio
de su Carnaval. Pero hombres, mujeres, niños y niñas dejaron a un
lado la fiesta, para venir hasta la antigua fortaleza, y recordar la
epopeya que abrió el sendero hacia la libertad plena que hoy
disfruta el pueblo cubano.
La sangre derramada por aquellos muchachos de la
Juventud del Centenario, la mañana de la Santa Ana, abonó la
tierra que hoy es la más bella y la más libre del mundo.
Pareciera como si el Apóstol, autor intelectual de
la acción, hubiese escrito para Renato, Abel, Mario, José Luis...
y los otros caídos, lo que la actriz María Teresa García Tintoré declamó, mientras despuntaba el sol por entre las lomas
de la Gran Piedra: "Moveos y contentaos, muertos ilustres.
Antes de cejar en el empeño de hacer libre a la Patria, se unirá
el Mar del Sur con el Mar del Norte, y nacerá una serpiente de un
huevo de águila".
Esta madrugada, cuando más de 100 pioneros
santiagueros (todos alumnos sobresalientes en la enseñanza primaria y
secundaria), entraron por la Posta 3 de la vieja fortaleza militar,
para reeditar simbólicamente el asalto al Moncada, el pensamiento
de muchos cubanos estuvo dedicado a los valerosos jóvenes de
aquella clarinada.
No por reiterado se ha perdido el simbolismo del
momento. Es usual, entonces, que cada año vengan al antiguo Moncada
los artistas y estudiantes, junto al pueblo, para rendir este
homenaje.
Unieron sus talentos sobre el escenario montado
entre las dos escaleras principales del Moncada, Humberto Santiago
Mora Granda, alumno de la escuela de Instructores de Arte Pepito
Tey; el pionero Jorge Marzo Rosales, de la secundaria básica Enma
Rosa Chuig, en Palma Soriano; Teresita García Tintoré, actriz del
grupo Macubá; José Pascual Varona (Pini), actor de Calibán
Teatro; los vocalistas Yeline Lafargue y René Urquijo; el grupo
Príncipe Enano, Dorelis Planas, Vocal X, y el grupo Meñique.
Ellos declamaron "Ya estamos en combate",
La Mañana de la Santa Ana, Canción del 26, de Jesús Cos Causse;
pasaron la lista de los caídos, cantaron La era está pariendo un
corazón, Para que el Apóstol no muriera, Para prender el fuego,
Rabo de nube, Cinco Titanes, El primer día de la paz, A la paz...
Adorables madres de mártires de la Revolución
estuvieron presentes en la velada, junto con Misael Enamorado,
miembro del Buró Político del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba; Rolando Yero y Luis Enrique Ibáñez,
presidentes de las Asambleas Provincial y Municipal del Poder
Popular, respectivamente, y el pueblo que jamás falta a la
hora de recordar a los buenos.
Tenuemente la claridad del alba limpió de oscuridad
los techos de esta Santiago, también heroica, y entonces se
escucharon cosas hermosas en el Moncada: Para morir luchando, nunca
es tarde... La libertad no muere jamás de las heridas que
recibe... El ejercicio de la libertad fortifica... Buena sombra da a
la tierra, el árbol vigoroso de la libertad... Bienaventurada la
tierra donde se libran las batallas de la paz... La libertad...
tiene un padre, el más dulce de los padres: el amor, y una madre,
la más rica de las madres: la paz...
Así recordó Santiago de Cuba, en 2004, a quienes
el 26 de julio de 1953 fueron al encuentro con la historia, para
escalar hasta el sitial más hermoso: el de los héroes y mártires
de la Patria.
Periódico Sierra Maestra.