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Terminó la función, el drama continúa
Elogia directiva de
la AITA brillantez del VIII Festival Mundial de Teatro de Niños
Antonio
Paneque Brizuela
La
clausura anoche del VIII Festival Mundial de Teatro de Niños
subrayó el final de una semana donde representantes de la infancia
mundial dedicada a las artes escénicas actuaron en el mejor
escenario posible, Cuba, y regresan ahora a un mundo donde,
paradójicamente, continuarán viviendo, junto a su familia, un
drama planetario en el que 820 millones de seres padecen de pobreza.
Largas y enriquecedoras
jornadas teatrales, no obstante, se desarrollaron en días previos a
esta gala final en el Cine-Teatro Astral, que sintetizó
presentaciones en las principales salas capitalinas por parte de
unos 30 grupos de 19 países y obras que oscilaron alrededor del
futuro de la humanidad, en un remedo teatral sobre uno de los
pensamientos martianos que se mantienen más vigentes hoy día:
"Los niños son la esperanza del mundo".
Actuaciones reconocidas
tanto por el público cubano como por los propios niños-actores
devenidos espectadores y críticos de sus obras y de las de sus
colegas, cuya "maravillosa creatividad, variedad y colorido"
fue destacada por Merja Laaksovirta, vicepresidenta de la
Asociación Internacional de Teatro Amateur (AITA) en sus palabras
anoche a manera de resumen.
Laaksovirta expresó su
agradecimiento por la brillantez y resultados de este Festival en la
capital cubana y su reconocimiento "a todas las personas del
mundo que hicieron estas experiencias posibles para los niños,
adolescentes y adultos".
Destacó, asimismo, la
importancia de esta edición del Festival para el intercambio de
influencias y de culturas, así como sus posibilidades para el
entendimiento entre los grupos teatrales de los diferentes países
participantes y "para mantener vivas estas habilidades
teatrales".
La gala final fue un
espectáculo básicamente cubano, matizado por actuaciones de niños
artistas de calidad reconocida en los eventos infantiles y masivos
de los últimos tiempos, cuyo diseño de vestuario impuso toques de
universalidad, y por coreografías que remataron con una conga
carnavalesca protagonizada por Los Guaracheritos de Regla.
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