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La horrorosa "transición" de la Salud Pública
JOAQUÍN RIVERY TUR
Las informaciones fueron
llegando una a una, desgranadamente, como para que el cuadro no se
formara completo de una vez, y a mí me recordaron las condiciones
que Estados Unidos impone para una "transición política" en Cuba.
Uno de sus puntos "atractivos"
es que los niños serían vacunados y que se privatizaría el
sistema de salud, pues el "Estado transicional" no podría cargar
con todos los gastos que implica un sistema tan extendido como el
cubano.
¿Qué se nos brinda?
Pues precisamente esas tres informaciones relacionadas con la salud
pública en... Estados Unidos, el país económicamente más
poderoso de la Tierra.
La primera noticia que
llegó la traía el servicio de Associated Press (AP), agencia
norteamericana, y decía textualmente en su primer párrafo:
"La
tos ferina, una de esas ancestrales enfermedades que debían haber
sido erradicadas por la vacunación, está regresando: parece ser
que las vacunas que reciben los bebés comienzan a perder su efecto
en la adolescencia."
Han resurgido brotes de
la enfermedad, pero el Gobierno de Washington, el Gobierno de Bush,
no ha decidido qué hará. Tal vez opte por revacunar a los
adolescentes.
La semana pasada, la
firma farmacéutica GlaxoSmithKline solicitó la autorización de la
Administración Federal de Drogas y Alimentos para vender la
reactivación. Su rival Aventis Pasteur se apresta a hacer lo mismo.
Ya vieron la veta y se aprestan a exprimirla.
Mientras en la Casa
Blanca no saben qué hacer, es bueno recordar como lo hace la
agencia: la tos ferina puede matar a los niños más pequeños.
Ahora, el mal está en
alza en todo el mundo, dice la AP. No es cierto. En Cuba no está en
alza, está en la mayor baja que se pueda concebir.
La segunda información
vino por el periódico La Opinión, en su versión digital, en la
cual se afirma que más de millón y medio de niños carecen de
seguro médico en California, en la riquísima California de la
costa del Pacífico. Allí mismo donde radica Hollywood, la mayor
fábrica de armas de engaño masivo, distorsiones históricas y
violencia del planeta.
Por supuesto, si usted
se imagina que la mayoría de los infantes que padecen de esa
carencia son latinos, tendrá toda la razón. También hacen los
latinos un buen porcentaje en las tropas que son blanco de los
ataques de la resistencia en Iraq.
Los datos fueron
ofrecidos en un informe de la Universidad de Los Ángeles. Esa sola
ciudad, la mayor del Estado regido hoy por el actor Arnold
Schwarzenegger, contaba en el 2002 más de 300 000 menores de 18
años de edad que podían haber obtenido seguros de familias pobres,
pero no gozaron del beneficio.
Si es así con los
latinos, es fácil imaginarse que los distritos con gran proporción
de minorías étnicas tienen la tasa más elevada de menores sin
seguro médico.
¿Eso qué significa?
Que si usted no tiene dinero para pagar o un seguro, los hospitales
no mueven un dedo, enférmese de lo que se enferme.
En Cuba no existe un
problema de minorías y mayorías. Todos somos cubanos y toda la
atención médica que podamos recibir, niños y mayores, es
completamente gratuita.
Añadamos a esto que
Bush piensa reestructurar el sistema médico conocido como Medicare.
Fíjese usted bien en la combinación. Thomas Scully es el más alto
funcionario de Bush para ese programa. Doug Badger es consejero de
Política de Salud del Presidente.
Hay algo más: Scully es
miembro de un grupo de cabildeo de grandes farmacéuticas y empresas
biotecnológicas. El ligue completo.
Pues bien, según The
New York Times, los citados funcionarios deberán comparecer ante el
Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes porque
ambos tratan de ocultar al Congreso los costos reales de la
reestructuración.
Dice el Times que Scully
amenazó con despedir a Richard Foster, un funcionario encargado de
hacer los cálculos de los costos del Medicare, si revelaba al
Congreso las cifras reales que se gastarían con la remodelación
del proyecto, porque las cuentas de Foster daban por lo menos el
doble de costo de lo asegurado por la Casa Blanca en un proyecto de
ley.
Considera el Times que,
apartándose de tecnicismos legales, es una política terrible de la
Casa Blanca privar a los congresistas de informaciones que necesitan
para aprobar las propuestas del Ejecutivo. Si fuera eso solo.
¿Dónde está el
problema? La reforma del Medicare implica 400 000 millones de
dólares adicionales durante la próxima década, pero beneficiaba
más a las grandes empresas farmacéuticas y a las aseguradoras que
a los posibles pacientes. Recuerden a quién responde Scully.
Bien. A nosotros, en la
famosa "transición política" que Washington pretende imponernos,
ni siquiera nos tocarían los males de Estados Unidos, un país tan
rico.
En todo caso nos
pareceríamos más al cuadro médico de los países
latinoamericanos: subdesarrollados, con alto desempleo y una
proporción altísima de la población bajo el umbral de la pobreza.
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