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A Bell no le halan los pies...
ALFONSO NACIANCENO
Sin apelar a la magia ni
a trucos circenses, solucionen este acertijo. ¿De qué manera Yenry
Bell, el hombre más pequeño del voli cubano, empareja su estatura
con la del gigante Pavel Pimienta?
El propio Bell, un
jovencito de 21 años, tiene la respuesta.
El más pequeño recibe y el gigante lo observa desde el banco.
¿Cómo burlas a
bloqueadores de 2 metros?
Para conseguirlo, con
1,88 m de talla, entreno muy fuerte en el gimnasio de pesas y corro
por la arena hasta alcanzar el 100% en la preparación física,
garantía de mi saltabilidad cercana a los 3,80 m. Ya en el juego,
entro rápido al ataque sobre cualquier pase, alto, rasante, pegado
o distante de la malla y, si no escapo por la diagonal, remato
contra las manos del rival, tratando de que bote el balón.
¿Es demasiado
pedirte 14 puntos por partido?
Esa es la tarea
primordial del atacador auxiliar. Si no los anoto, voy para el
banco. Lo más complicado de esta posición es ayudar al líbero en
la recepción del saque y después emprender la carrera de impulso
para batirte en la ofensiva y el bloqueo.
¿Bloqueas siendo tan
pequeño?
¿Me subestimas? Cuando
salto alcanzo a Pavel Pimienta con sus 2,04 metros, solo que él,
como capitán del equipo, en ocasiones me regaña porque al bloquear
dejo los brazos abiertos. Atacar lo hace cualquiera, detener al
adversario en la net, eso se las trae porque todas las selecciones
tienen hombres por encima de los 2 metros.
A los cubanos les
critican su reiterada desconcentración...
Mantener la
comunicación con el líbero es esencial, porque es quien te ubica
en el recibo. Tampoco debes pelear si el pasador entrega una bola
incómoda o algo así, pero cuando esas relaciones entre los
regulares no funcionan bien, se desconcentran, error costoso sobre
todo frente a los grandes adversarios.
¿Qué haces al
terminar un partido?
Antes de relajar, busco
hielo. Duelen mucho las rodillas y los tobillos; debo cuidarme
porque rebasé una lesión de tibia que me mantuvo fuera de
competencia durante la temporada pasada.
¿Cuando pierdes, por
la noche en la cama te halan los pies?
No creo en fantasmas,
pero cuando perdemos, siento responsabilidad por todos los errores
del cuadro. Esa noche tardo en dormirme, y si llama mi abuela desde
Santiago, ¡tremenda descarga! |