Un libro escrito sin miedo

Magda Montiel Davis, amenazada de muerte por haber abrazado a Fidel, cuenta diez años después cómo cambió su vida en Miami

Félix López y Lourdes Pérez 
Foto: Jorge Luis González

Magda Montiel Davis está terminando de escribir un libro. Es la narración de su difícil e increíble historia personal, a partir de un abrazo al Comandante en Jefe Fidel Castro en 1994, durante la I Conferencia La Nación y la Emigración que se efectúo en La Habana. En Miami, el Canal 51 pasó las imágenes "pecaminosas" que le cambiaron la vida.

"Cada vez que abro el expediente que contiene las amenazas recibidas, nos cuenta ahora en La Habana, quedo totalmente noqueada. En esas páginas está contenido un odio fuerte, que me quita toda la energía. Al término de cada jornada en el libro quedo totalmente agotada".

Diez años después, Magda todavía se estremece al describir lo que le decían en las calles de Miami: "Cosas que uno piensa que un ser humano no es capaz de hacer, ni de pensarlo, ni de decirlo. Recuerdo que una vez mi hermana me preguntó: '¿Tú no tienes miedo?'. Y yo le dije: 'No hay tiempo para tenerlo'. Era una emergencia detrás de otra".

Por aquellos días, ella y su esposo se vieron obligados a contratar a una firma de seguridad, que renunció ante las presiones: "Al regresar de Cuba, encuentro el primer día a un grupo de personas que protestaban fuera de mi oficina, de donde tuve que salir bajo protección policial... Amenazas de bomba. Desfilaron agresivos en el reparto donde yo vivo, que no es centro de actividad política, sino un lugar turístico playero".

Los actos de intolerancia, rememora Magda, la hicieron abandonar por única vez la casa, con los niños. Tuvimos que oscurecer los vidrios del auto, ponerle aparatos especiales para detectar bombas... Casi todo mi personal renunció bajo presión. Y eso dolió mucho. Utilizaron a mis compañeras en las estaciones radiales, salieron sus fotos en The Miami Herald, riendo. Las llevaron al restaurante Madrid, y Willy Chirino fue y cantó una serenata. Jorge Mas Canosa llamaba diciéndoles que "ellas sí eran cubanas".

Como antídoto, Magda se refugió en su trabajo: "Los clientes se quedaron conmigo. Llamaban y se preocupaban por mí. Eso me dio fuerzas. Preservé mi profesión que era lo que en ese momento me mantenía y me ayudaba a no volverme loca. Entonces trabajaba 12 y hasta 15 horas por día".

Durante una década esta mujer ha temido por la seguridad de sus hijos, y siempre que los dejaba en la escuela se preguntaba si podría volverlos a ver al final del día: "Hablaba mucho conmigo misma, no tenía con quien hacerlo; mi esposo me ayudó mucho pero él también estaba agotado y bajo una tensión horrorosa".

Quizás uno de los pasajes más pintorescos del libro que próximamente leeremos, está relacionado con su visita en marzo de 1995 a La Habana: "Estaba en el aeropuerto de Miami, y mientras hacía una llamada descubro que me grababa una cámara del canal 51, Telemundo. En minutos estaba rodeada de personas gritándome, insultándome y cantándome una canción que pasaban en la radio sobre mí. Lo peor es que todas estas gentes iban en el mismo vuelo a Cuba, y me hicieron un acto de repudio".

Pasaron los años, pero la abogada Magda Montiel aún no puede caminar por la Calle 8 de Miami: "Me reconocen, aunque a veces les cuesta trabajo, pero al final saben quién soy, y siempre hay que proceder con mucho cuidado... Ahora mismo no sabemos cómo reaccionarán por nuestra visita a Cuba".

Por esta vez, nadie podrá acusarla de haber venido ilegalmente. Posee una licencia que le permite, como religiosa del judaísmo, establecer relaciones con sus hermanos, a los que visita, asiste a sus ceremonias y les trae artículos religiosos.

— Usted es jurista, y Alarcón denunció en la Conferencia que el Gobierno norteamericano había anunciado nuevas restricciones a los viajes a Cuba, prerrogativa que había quedado solamente en manos del Congreso: ¿qué opinión le merece?

"Es parte del golpe de Estado. Un golpe de Estado masivo, donde lo controlan todo, incluida la prensa. En estos días un periodista ha publicado algo negativo sobre la guerra de Iraq y sobre la administración Bush, y la Casa Blanca le respondió con acciones que ponen en peligro su vida.

"Todos los que estamos en la Conferencia vinimos a ver a los familiares o por razones legales, aprobadas por el Gobierno... Pero eso no cuenta a la hora de perseguir y multar. Si Bush no tiene el poder, encuentran la manera de que lo tenga".

— ¿Y qué aprendió Magda en los últimos diez años?

"He tenido una experiencia que yo creo que fue dichosa. Tuve la oportunidad de descubrir y ver quién era quién. Es como si a la vida le pusieran rayos X. Vi quién era leal o no, quien estaba de mi lado, la importancia de la familia, mi esposo, mis hijos, mis padres, mis tíos, cómo me apoyaron.

"Y aprendí a traspasar a mis hijos que lo más importante es la dignidad, el amor propio, y no comprometer los principios de uno, que no son negociables".

— Entonces, tenía razón Fidel en la recomendación que un día le hizo...

"Me recomendó que no procediera con miedo. Tenía razón. Y me aconsejó, además, divulgarlo todo. Por eso estoy escribiendo mi libro".

 

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